Monográficos. «El Exorno Floral en las Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz» (IIIª Parte). La Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz de Ceuta

Cuando un paso sale a la calle, lo hace portado por la ilusión de los hermanos en un acto de fe y devoción. Ese día, la devoción de los hermanos viene alentada y contagiada a todo aquel que se acerca mediante un complejo y sofisticado ritual que involucra a todos los sentidos. En primer lugar la vista, emocionando con la belleza – incluso el horror – de las imágenes, de la luz, la penumbra, también el movimiento como dimensión real de todo; el sonido, ya sea música o un sobrecogedor silencio roto por el deslizar del esparto y el crujir de las maderas; el olor del incienso, la cera quemada, las flores y hasta el agrio sudor de los costaleros. Todo ese mundo de contrastes condensado nos envuelve en una experiencia sensible, nos conmueve y prepara el espíritu para vivir una experiencia superior a la que pocos – muy pocos – llegan por el intelecto, pero que así alcanzamos por la vía irracional, fuerte, directa y veraz de los sentidos.

Cada hermandad ha ido creando un determinado canon estético marcado por su propia idiosincrasia: su devoción, su tradición, los hermanos que lo forman – que son quienes hacen hermandad –, el tiempo en el que le toca desenvolverse y sus circunstancias. Todo ello hace avanzar lentamente las costumbres y la estética en un sutil equilibro entre lo que creemos inmutable, las modas y las necesidades.

Tras esta introducción, por la que pido disculpas si he aburrido, pero que retengo necesaria para entender el por qué se las cosas, voy a entrar a hablar del actual exorno floral de la Hermandad de la Vera Cruz de Ceuta.
En 2017 colaboré por primera vez en el exorno floral de la hermandad, si bien ya llevaba trabajando con diversas hermandades de Ceuta desde 1998, con tan solo 16 años. En 2018 entré en la Junta de gobierno de la Hermandad de la Vera Cruz como mayordomo y ofrecí mi experiencia para llevar a cabo determinados cambios estéticos.

El Santísimo Cristo de la Vera Cruz posesionaba sobre un monte de claveles rojos, cuatro hachones verdes en las esquinas y, delante, la imagen de Nuestra Señora del Desamparo como Stabat Mater. Esta composición presentaba una serie de inconvenientes. La Virgen es proporcionalmente mayor que el Cristo, lo que se evidenciaba aún más debido a la altura del monte y, por otro lado, apenas podía apreciarse al estar de espaldas. Es por ello que se decidió reducir la altura de la talla mariana, rebajar el monte y colocarla detrás de la cruz, de frente con la mirada hacia arriba. También se cambiaron los cuatro hachones del crucificado por faroles, más acordes con un paso de misterio. Estos faroles fueron cedidos de manera provisional por la Cofradía de San Daniel, si bien está en proyecto la incorporación de candelabros de guardabrisa.

Los cambios arriba descritos debían ser complementados por un rediseño floral. El monte, ya rebajado, cambió los claveles por corcho natural desnudo cubierto por algo de musgo, en recuerdo del Gólgota, que sería ahora el dramático escenario para albergar una angulosa imagen de un Cristo muerto, rígido y con las mejillas amoratadas, acompañado de la Madre llorando a los pies. Este sobrecogedor calvario se enriquecerá en sus bordes por una estudiada armonía de flores que parecen crecer salvajes, exuberantes, con contrastados matices desde texturas aterciopeladas a otras brillantes, de la sencillez silvestre al lujo sofisticado, tendencias verticales, frente a otras más recogidas, reflejando en su conjunto una vibrante vida, fruto de la preciosísima sangre derramada en el sacrificio. Estas flores no ocupan un friso completo, sino que se agrupan en diez centros, cuatro en las esquinas de la canastilla –con cierta tendencia expansiva–, uno en la parte delantera, otro en la trasera y dos a cada lado, más dos buqués cilíndricos sobre jarrones en medio, custodiando la cruz.

El último año que posesionó fue 2019 y se optó por una combinación de flores de colores rojizos, que es el tradicional en los crucificados. Las variedades fueron las siguientes: Lilium orientales burdeos, orquídeas Cymbidum burdeos, Hypericum rojos, rosas rojas y mini calas negras.

Para esta Semana Santa 2021, en la que desgraciadamente no podremos realizar estación de penitencia, se va a ejecutar un montaje de altar en tonos malvas y lilas, los propios del sufrimiento y la penitencia, acorde a estos momentos que nos ha tocado vivir. El criterio en la combinación será el mismo descrito más arriba y para ello se emplearán las siguientes variedades: rosas moradas, crisantemos morados, orquídeas vanda purpuras, orquídeas Cymbidium verdes, Eryngium (cardos) y Anthuriums morados.

En resumen, en la Hermandad de la Vera Cruz de Ceuta entendemos el exorno floral como una parte fundamental de la puesta en escena del paso y los cultos y se ejecuta acorde a un diseño integral. Para ello, tenemos en cuenta las características devocionales y la tradición, pero también se persigue obtener un conjunto atractivo a los fieles de hoy en día y se permite la innovación, pues las hermandades para perdurar deben adecuarse a los tiempos, las necesidades y sensibilidades de los hermanos que la forman. Así, el trabajo floral está dirigido a reforzar el mensaje devocional de nuestros Sagrados Titulares y despertar la emoción de aquellos que los contemplan y veneran, en nuestro caso, con un mensaje de solemne recogimiento ante la pasión y muerte de Jesús y de alegría por el poder de la vida eterna.

Por Antonio León, florista

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