La capilla del Santo Cristo (o de las reliquias) se construyó entre 1610 y 1615 y debe su nombre al gran crucifijo tallado en madera, conocido como el «Cristo de los Conquistadores», que de acuerdo con una tradición fue entregado como obsequio a la Catedral por el emperador Carlos V.
La reliquia de la Vera+Cruz es un gran trozo del Lignum Crucis, parte del que el Papa había donado a fray Diego Salamanca para el convento de San Agustín en 1573 y que él generosamente compartió con la Catedral.
Además, existen igualmente un grupo de reliquias incrustadas en esculturas de cera y que representan a varios santos, los cuales son unos verdaderos relicarios. Otras, permanecen en nichos de los altares barrocos de la capilla, las cuales están ocultas durante el año, pero se dejan al descubierto para la fiesta de Todos los Santos y solemnidad de los fieles difuntos.
Muchas de estas reliquias estuvieron por varios años en bellas alhajas de orfebrería, pero fueron retiradas en la época de la Desamortización de los bienes eclesiásticos en México, para exponerse de un modo menos ostentoso.
Fuente: es.gaudiumpress.org
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