En una de las capillas de la Iglesia de San Francisco, en Santiago de Compostela, es posible admirar una reliquia del S. XV: es una cruz realizada en madera de ciprés. Sus aristas han sido chapeadas con listones de los olivos de Getsemaní. Está adornada con incrustaciones de nácar y en su parte frontal es posible observar catorce círculos de nácar: el Vía Crucis. En su interior guarda una astilla de la verdadera Cruz.
Tocó el lugar donde Jesús fue crucificado, bendecida en el Santo Sepulcro y colocada para veneración de los fieles en el sitio donde Santa Elena, madre de Constantino, la encontró.
Hacia el año 1855, el Archiduque de Austria y Emperador de México, Maximiliano, fue en peregrinación a los santos lugares. Hizo sustituir el antiguo altar de madera por otro de piedra y en lugar de esta Cruz colocó una estatua de bronce representando a Sta. Elena abrazada a la Cruz.
En ese momento se encontraba en Jerusalén Fray Salvador Giner, quien obtuvo el permiso de enviarla al Colegio de Priego en España, donde funcionaría el Colegio de Misioneros de Marruecos y Tierra Santa. Del traslado se encargó el P. Antonio Revilla acompañado de Fray Salvador. Finalmente el Colegio de Misioneros comenzó su función en el Convento de San Francisco en Santiago de Compostela, y esta pieza entra en la Iglesia en el año 1862.
Extraído del libro “Santiago, Jerusalén y Roma. Diario de una peregrinación” pág. 254. Autores: J. Fernández Sánchez y F. Freire Barreiro, año 1880.
Fuente: Rori Suárez, Guía del Museo de Tierra Santa.
franciscanossantiago.org
- Nuestro agradecimiento a Miguel Vázquez García, Hermano de la Santa Vera Cruz de Santiago de Compostela, por habernos referenciado la información.
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