Artículos y Colaboraciones

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Los Disciplinantes de San Vicente de la Vicente de la Sonsierra (2019)

– Editado por el Excmo. Ayuntamiento de San Vicente de la Sonsierra.
– Textos: Julio Grande.
– Fotografías: Rafael López- Monne, Julio Grande, Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz.

Este trabajo ha sido realizado dentro de las acciones incluidas en el proyecto de elaboración del Plan de Salvaguarda de los Disciplinantes, financiado por el Instituto de Patrimonio Histórico Español.

 

La restauración del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz de Lebrija

El Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Lebrija

La consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, a través del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, finalizó los trabajos de conservación y restauración del crucificado de la Vera-Cruz de Lebrija, perteneciente a la Hermandad homónima el pasado día 22 de diciembre de 2014, siendo presentada la imagen en la capilla de la Santa y Vera-Cruz y San Juan de Letrán de la localidad.

El crucificado de la Vera Cruz está tallado en madera de ciprés y policromado al óleo,  realizado a mediados del s. XVI se relaciona con la producción del escultor flamenco Roque Balduque (+1561), afincado en Sevilla desde 1534 donde trabajó, entre otras obras, en el retablo mayor de la catedral.

Es una imagen singular dentro del panorama artístico de la imaginería andaluza del XVI y un importante referente en la localidad de Lebrija, siendo una de las grandes devociones de la localidad.  Además de su valor histórico-artístico hay que destacar el hecho de que sigue vigente su función devocional manteniendo la advocación de la Vera Cruz ligada desde su origen a la capilla del mismo nombre.

Foto: Hermandad de la Vera Cruz de Lebrija

En el año 2009 el IAPH realizó un informe diagnóstico y una propuesta de intervención de esta imagen, que fue actualizada en mayo de 2013.

La talla fue depositada el día 21 de abril en las instalaciones del Instituto Andaluz del Patrimonio histórico (IAPH) en Sevilla para procederse a un tratamiento de conservación-restauración en el mismo. Se tiene constancia de su existencia al menos desde 1567, en fechas poco posteriores a la construcción de la capilla homónima en la que aún hoy reside.

Foto: Hermandad de la Vera Cruz de Lebrija

Los principales problemas que la talla presentaba eran causados por el envejecimiento de los materiales y su uso y manipulación. Así presentaba la talla fisuras, desgastes, levantamientos de policromía y un oscurecimiento generalizado debido a la oxidación de barnices. Desde su creación fue objeto de diferentes intervenciones que en mayor o menor medida afectaron a la realidad de la obra. Entre las más destacadas la de Juan Antonio Sánchez Barahona y Matías José Navarro en el s. XVIII en el que se le repusieron los dos dedos anulares o las practicadas en el XX por José Rivera y José Hernández Díaz en 1949 y Francisco Arquillo en 1979.

Foto: Hermandad de la Vera Cruz de Lebrija

La intervención en líneas generales ha consistido en relación con el soporte, en la consolidación de la unión de los brazos al torso de la imagen y se ha realizado un nuevo sistema de anclaje a la cruz. Respecto a la policromía se ha procedido a la fijación de aquellas zonas con riesgo de desprendimiento y se ha efectuado la limpieza retirando las alteraciones cromáticas y recuperando la primitiva policromía de gran calidad. Posteriormente se procedió al estucado de lagunas y su reintegración.

Foto: Hermandad de la Vera Cruz de Lebrija

Con esta restauración se descubre una talla de crucificado del siglo XVI casi intacta y muy bien tratada por el paso del tiempo, lo que la constituye como un referente a partir de ahora en el estudio de la imaginería cristífera de esta época.

Por José María Calderón Llamas
                    Ldo. en Historia del Arte

Una capilla para el Cristo de la Expiración

Corría el año de 1725 y a una semana escasa del comienzo del verano, los hermanos de la Cofradía de la Vera Cruz, que tenía su sede en la iglesia del Hospital eclesiástico de Motril, dieron forma a una idea largamente meditada y decidieron elevar nueva petición a la Curia granadina.

En principio la solicitud se refería al proyecto de ampliar el ámbito de la iglesia del Hospital de los Pobres, en otro tiempo conocido como «Hospitalicos«, por la estrechez de sus proporciones y además realizar obras en «un cuarto que sirve de Capilla y altar de la milagrosa imagen del Santo Cristo de la Expiración» de modo que tal cuarto pudiera convertirse en sacristía; y como era natural, edificar nueva capilla para más aumento y realce del culto divino.

Para ello, según las costumbres de la época, necesitaban les fuera concebida la perceptiva licencia por parte de la autoridad religiosa. El nuevo «pedimento» firmado por el Hermano Mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, D. Antonio Marchena Nicuesa, dio lugar a un nutrido expediente que se conserva en el archivo de la Curia Diocesana de Granada. (1)

El Visitador D. Felipe de la Parra, informa el Hermano Mayor, en su día giró visita al Hospital motrileño, comprobó la certeza de la representación y otorgó licencia para ejecutar lo que se pedía.

A partir de ese momento, surgen complicaciones que entorpecieron la ejecución de las obras por varias causas que constan en la documentación:

  • No se realizó la obra «por la escasez de limosnas que se han atenuado por la miseria de los contratiempos.
  • Desde que se concedió la licencia, se extravió el documento.
  • Los cofrades se han esforzado con sus limosnas e insisten que de comienzo la obra hasta su finalización.
  • Que la licencia constará en el Libro de Visitas de la Curia, por lo que pedían nuevo despacho con ampliación de aquella.

La miseria de los contratiempos de la época

Con toda seguridad tuvieron que ver los acontecimientos políticos, sociales y económicos de la Guerra de Sucesión (1700-1714), con motivo del advenimiento al trono de España del primer Borbón, Felipe V.

En 1714 se estableció una contribución por provincias. la Ciudad de Motril que contaba con 841 vecinos (2) debería abonar, en el primer trimestre de aquel año, la cantidad de 23127 reales y 17 maravedíes, en tres plazos, lo que suponía, en números redondos, unos 27 reales por vecino. (En Granada capital, 25 reales más el 10%).

Por tanto, la contribución motrileña anual ascendía a 92510 reales.

No tiene nada de extraño que la Cofradía de la Vera Cruz, viera disminuir el importe de las limosnas.

La Cofradía insiste en llevar a cabo la construcción de la Capilla y otras obras

Un mes más tarde de la petición de la nueva licencia, el 27 de julio de 1725, desde Granada, el Licenciado Córdoba, pedía para la obra la mayor decencia y perfección, firmeza y seguridad así como se declarase el costo, tanto «de materiales como de manufacturas».

Estas precisiones supusieron más trámites con la consiguiente demora. Al año siguiente, el 4 de julio de 1726, D. Gabriel Joseph de Rus, entre otros cargos, Provisor y Vicario del Arzobispado de Granada, decía «que daba y dio» licencia para que la Hermandad ejecutase la obra después de haber visto,

  • Tasación de los peritos.
  • Informe del Vicario de Motril
  • Obligaciones efectuadas por la Hermandad (Cofradía).
  • Informe del Fiscal general.
Motivos arquitectónicos y escultóricos de la antigua capilla

Nuevo reconocimiento del lugar y valoración de la obra

Se «ha reconocido el sitio donde se ha de fabricar desde su fundamento dicha Capilla en el dicho Hospital, hacia la parte del mar y poniente y que ha de hacer arrimo a la pared maestra de la Iglesia y cuarto principal de los enfermos, hoy descubierta».

Al parecer, la pared maestra necesitaba una buena reparación, valorada en 1500 reales, en caso de no ejecutarse la obra «por el arrimo de la Capilla». También «la esquina principal de la Iglesia del Hospital necesitaba pronto remedio y composición».

Se estimaba ascendería el importe de la obra de la Capilla en la cantidad de seis a siete mil reales de vellón, valoración que se repite en varios documentos del expediente.

Por último, se hacía referencia al alivio y socorro espiritual de los probres enfermos en el Santo Sacrificio de la Misa, que podían oir desde la sala general donde se curan y que mira al sitio y lugar donde se ha de fabricar dicha capilla, la cual dispondrá de puerta hacia su iglesia.

por María del Carmen Sobrón Elguea,
Catedrática de Historia
Zaragoza, marzo de 2007

Bibliografía y Notas

(1) Cortesía de D. José Luís Bosch Posadas.
(2) Sobrón Elguea, MC. «Motril y su vega en el Antiguo Régimen». Ayuntamiento de Motril (Granada), 2001; pág. 152.

La leyenda de los tres Cristos

Foto: Alfonso García García

Desde tiempo inmemorial se conserva en la Villa de Coria del Río una venerable leyenda, trasmitida por tradición oral, en la que se narra un memorable prodigio, que está relacionado históricamente, con el destino del Cristo de la Vera-Cruz:

Cierta carabela había partido del puerto de Sevilla con destino al Nuevo Mundo recién descubierto… Entre la tripulación, iba un grupo de misioneros franciscanos, que iban a las nuevas tierras para evangelizarlas y fundar tres misiones, pues llevaban en la bodega, entre las mercancías, tres imágenes de Crucificados como titulares de las fundaciones… A la hora de partir la carabela, aún con viento y corriente favorable, no navegaba, por lo que el capitán ordenó aliviar la carga, pensando que se encontraba varada, y entre los bagajes, desembarcó uno de los Crucificados, momento en que el barco comenzó a moverse, por lo que pensaron que se trataba de un milagro, que significaba el deseo de que permaneciese allí, quedándose dicha imagen en Sevilla…

Poco después, al pasar el barco frente a la Hacienda de Valparaíso, término de San Juan de Aznalfarache, esté se paró de nuevo, por lo que se volvió a dar órdenes de aliviar la carga, dándose la circunstancia de que en el instante en que se bajó el segundo de los Crucificados, la nao se puso, otra vez a navegar, lo que les llevó a dejar dicha imagen en la capilla de la indicada Hacienda…

Continuando su curso hacía la mar, la nao volvió, por tercera vez a pararse; esta vez, frente a Coria, al pie del Cerro de San Juan, por lo que dado lo sucedido en las dos ocasiones anteriores, comenzaron a aliviar nuevamente la carga, hasta que, bajado el tercero de los Crucificados, el barco reinició sus movimientos, razón por la que decidieron depositar esta tercera imagen en la ermita de San Juan Bautista… Desde el puerto coriano, siguió la flota rumbo hacía a la mar, llevando al Nuevo Continente el Evangelio, y en donde fundaron la ciudad de Vera-Cruz, en Nueva España…

Estos tres Cristos son: el primero el de la Vera-Cruz de Sevilla, que se encontraba en el antiguo convento de la Plaza de San Francisco; el segundo, el de Valparaíso, y, el tercero, nuestro Cristo de la Vera-cruz de Coria ubicado en la ermita de San Juan o del Cerro.

Texto: Hermandad de la Vera+Cruz de Coria del Río
Imágenes de video: Ondacoria

 

Aproximación histórica a las imágenes de Cristo crucificado en la gaditana cofradía de la Vera+Cruz

Aunque existieron varios Cristos que procesionaron en distintas épocas simultáneamente con el crucificado de la Vera Cruz (Cena Domine y Oración del Huerto), es nuestro propósito abordar en el presente artículo solo una aproximación a los crucificados de la Vera Cruz.

Álvaro Picardo, historiador de la Cofradía, indica al referirse a su fundación que “podemos asegurar sin ningún género de dudas que por lo menos existía en 1566, fecha en que fundara en Cádiz la comunidad franciscana su convento e iglesia bajo la advocación de San Francisco.”(1)

Grabado de Cádiz en 1564 obra de Hoefnagel y que presenta una vista de la ciudad desde la zona de la Caleta, aproximadamente dos años más tarde tiene lugar la fundación de la Cofradía

En esos momentos, Cádiz comenzaba a crecer y a ambos lados de la muralla de la villa se situaban los dos arrabales, el de Santiago donde se ubicaban las viviendas de los comerciantes y el de Santa María, lugar en el que vivían los pescadores, en medio la plaza de la Corredera. El resto se trataba de campos y las afueras, y en ellas se encontraba el convento de San Francisco y no muy lejos de él el pozo de la Xara.

El fundador del convento, es fray Juan Navarro, que fue guardián del convento de Sevilla con anterioridad y que según sabemos participó en la procesión de 1562 con motivo de la grave enfermedad del hijo de Felipe II, el príncipe D. Carlos y de la que poseemos la siguiente descripción del cortejo referente a la Vera Cruz sevillana:

“Primero todos los cofrades disciplinándose la mayor parte de ellos con otras muchas personas y en medio de los cofrades iba el lignum crucis que dicha cofradía tiene, en unas andas, las cuales llevaban cuatro cofrades; luego todos los frailes de San Francisco, descalzos, con candelas verdes que dicha cofradía les dio, cantando las letanías y respondiendo: Ora Pro eo. Luego el cristo que tiene la cofradía, el cual llevaba un clérigo que era cofrade, y a su mano derecha iba el Padre fray Juan Navarro, Guardián del convento, llevando en su mano asida la Cruz de Cristo, y al otro lado iba otro religioso asido de la misma manera; así que entre estos dos religiosos llevaban al clérigo y al Cristo. Luego iban los otros cofrades de la Vera Cruz y luego la ciudad, con sus porteros delante…”(2)

Es probable pues la imitación que de la cofradía sevillana ya extinguida intitulada “Muy Antigua y Venerable Cofradía de la Santísima Vera Cruz y Nuestra Señora de las Tristezas” de Sevilla, hiciese al menos en principio el fundador del convento.

De la primera imagen del Cristo de la Vera Cruz, poco o nada se sabe, Álvaro Picardo supone, “por lo que dice Pedro de Abreu sobre el convento de San Francisco durante el saqueo de los ingleses, que las efigies serían destruidas, como lo fue la hermosa reja de caoba y ébano de que nos habla el P. Jerónimo de la Concepción(3)

Pero, ¿que se nos dice exactamente del saqueo y del convento de San Francisco?:

Era el 1 de Julio de 1596 y la escuadra inglesa comenzaba su asalto a Cádiz. “Una gran parte del vecindario, temiendo que el enemigo viniera a sangre y fuego, confesó y comulgó, haciendo lo mismo el cabildo eclesiástico y el clero, consumiendo las especies” (4)

Iniciando el ataque los ingleses a través de la calle Nueva, se dirigieron al parecer hacia el pozo de la Xara, el más importante de la ciudad y en el que repostaban los barcos que iban a las Indias, en su camino se encontraba el convento de San Francisco en el que se habían refugiado muchos vecinos, con el presidente del tribunal de la contratación y más de 130 religiosos. Al ser sitiado se rindió bajo ciertas condiciones.(5)

Según indica Álvaro Picardo que hace constar Marcos Rivero escribano de número en el archivo de protocolos, fue destruida una reja de caoba y ébano, así como el archivo del convento. Nada se nos indica de la imagen del Cristo, si bien los ingleses, una vez repartido el botín, en la mañana del 4 de Julio dieron fuego a los objetos sagrados, reliquias y gran número de imágenes de santos así como a todo lo que juzgaron inútil.(6)

Adolfo de Castro sin embargo indica que en los días 14 y 15 embarcaron los ingleses, las campanas, las rejas, las puertas y todo género de metal, además de muchas imágenes de las que no habían sido destruidas en la invasión de los templos.(7)

El conde se alojó en San Francisco donde había más de 1500 personas, entre hombres, mujeres y niños, los cuales padecieron aquella noche no más hambre que temores de muerte, porque aunque el inglés puso pena de muerte a quien ofendiese a hombre o mujer de nuestra parte, temieron no hubiese alguna traición.(8)

El día 16 los navíos levaron las anclas y se marcharon. Se fue el inglés, se fue el miedo y se fue por mar. Destrozada, quemada o simplemente robada la imagen del titular de la cofradía desapareció de nuestra ciudad.

La devoción al crucificado de la Vera Cruz continuó llevándose a cabo, por lo que probablemente en un espacio de tiempo no muy grande debió encargarse nueva imagen o adoptarse momentáneamente alguna de las existentes en el convento. Así se consigna al menos en el Cabildo celebrado el domingo de ramos de 1616, que trata entre otras cosas del derecho de llevar al Cristo y que correspondió a don Francisco Marruffo por ser el que más votos obtuvo (hay que tener en cuenta la reseña de decidir previamente si el privilegio se le daría al que más votos obtuviese o al que mayor limosna diera). Esto confirma de una parte la existencia de una nueva imagen y de otra la forma antes descrita de llevarla en procesión. Esta situación debió de mantenerse durante algún tiempo.

Un Cristo similar a este en cuanto a tamaño, hoy en la capilla de San Luis rey de Francia sería portado por los hermanos en los albores del siglo XVII

Los autos de 1682 que enfrentan a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, con la de la Vera Cruz, por usar esta última unas demandas con la imagen de la Soledad pintada en ellas, nos trasladan otra información, al precisar la sentencia que en lo sucesivo, los de la Veracruz podrían usar la imagen mariana pero al pie de la cruz llevándola así en su estación como era la costumbre.

Esto plantea una nueva incógnita: ¿Al pie de la cruz con el Cristo crucificado?, ¿o simplemente al pie de la cruz?……

En el primero de los casos estaríamos asistiendo a una procesión en la que se llevaría un paso similar al que transitó por nuestras calles allá por 1975, en el segundo a un misterio iconográfico como el que hoy día procesiona en la Cofradía del Santo Entierro, en apoyo del primero podría argüirse el modelo iconográfico seguido en la época por la cofradía malagueña de la Vera-Cruz, también la más antigua de cuantas procesionan en la ciudad andaluza.

Primera de las posibilidades (la Virgen al pie de la Cruz o del crucificado)

También se nos indica otro precioso dato “como era costumbre”, ello quiere decir que en el citado año de 1682 ya se había convertido en habitual la presencia de ese modelo iconográfico en el paso.

Que la Imagen gozaba de gran veneración es algo innegable y entre las pruebas que de ello pudieran darse citaremos la donación de una lámpara de plata por el capitán Alonso de Ortega y Villarroel en 1688 al objeto de que “alumbre  a la dhª  Ymagen a su mayor culto, benerazn y adorno della perpetuamente para siempre jamás”,(9) así como las numerosas donaciones de casas que diversos devotos dejaron a la Cofradía tras su muerte.

En su obra, publicada en 1690 “Emporio del Orbe”, el padre fray Gerónimo de la Concepción cita en su libro VIII, capítulo III, página 615, refiriéndose a las Cofradías del Convento: “La del santo Cristo de la Vera Cruz,……,goza de una devotísima imagen de un crucifijo milagrosísimo traido de indias,….”

De todas maneras el asunto de si existieron otras imágenes cristíferas que venerase la Cofradía es cuando menos confuso, Alvaro Picardo lanza una teoría sobre una posible imagen yacente .(10) y nuestro compañero y hermano de la cofradía, Miguel Ángel Castellano incidió en el tema desde las páginas de la web cadizpasion con un artículo titulado “Un encuentro fortuito”.

Ciertamente tal y como citaba este último, en Enero de 1695 concedió el Ayuntamiento 100 pesos al mayordomo de la Vera Cruz, Juan Palomino para ayudar al costo de una urna de plata para que Su Majestad pudiese salir en procesión con el mayor culto y poner en perfección la dicha urna como era notorio a la ciudad, como también que la Santa Imagen era consuelo y devoción de los fieles.

El problema de la urna creo que puede solventarse al ser el concepto de urna en esa fecha distinto al que hoy día tenemos y haciendo referencia a lo que hoy entendemos como “canasto” tal y como veremos, pues la cofradía de la Humildad y Paciencia en una descripción de una procesión del setecientos llevaba la imagen del Cristo sobre una urna:

“El paso está formado por una urna dorada de madera tallada, con serafines de escultura sobre la cual va colocado el Señor sentado en una peña y cobijado por un rico palio…”. Esto es muy aclaratorio, pues el hecho de poseer una urna, no indica referencia obligatoria a un yacente.

Pero se observa ya mención a una imagen de cierto tamaño como para ser llevada “manualmente”, quiere ello significar que se trata de una imagen distinta a la que hemos consignado con anterioridad en el cabildo de 1616 y a la que más tarde nos referiremos como de cierto peso y gravedad.

Sea como fuere se acogió como titular a un Cristo vaciado en pasta, traído de Indias y modelado por un nativo de aquellas tierras. En algún punto de la carrera de Indias, sería embarcada aquella imagen, que llegaría a Cádiz por mar en algún momento del siglo XVII. El Cristo llegó a alcanzar gran devoción en su alrededor y parece ser es el que hoy se conserva en la Casa de Hermandad de la cofradía.

 De la imagen antigua, D. Antonio Ponz refiere la siguiente historia:

“ En las iglesias de regulares nada hay de nuevo, excepto el haberse renovado el culto público a un muy antiguo crucifixo que se veneraba en la de RR.PP. Franciscanos de la Observancia. Según noticias, y valga por lo que valiere, esta Santa Efigie, que es vaciada en pasta de papel, fue obra original de un indio, en qué se yo que provincia de América. Para la Historia de los progresos de las Artes no importa el nombre del Indio, ni lo demás de su filiación.

Habrá poco más o menos cuarenta años que, sorprendida la procesión en la que se conducía el crucifixo por una recia turbonada, no pudo evitarse que el agua hiciese un estrago tal en la pasta de papel, que por poco se hubiera disuelto el concurso por falta de objeto visible de sus cultos. En este triste estado se emprendió la reparación: y si la efigie era disforme quando salió de su primera mano, puede V. inferir que tal quedaría después de restaurada con tales disposiciones.

El antiguo cristo de la Vera Cruz pudiera ser éste que se conservaba en la casa de hermandad de la Cofradía antes de su restauración en 2016

Doce años habrá que algunos caballeros cofrades trataron de colocar en su lugar otro crucifixo de mejor forma, que en efecto lo hicieron venir de Nápoles; pero no bien pareció en el altar, quando el pueblo que se dice piadoso comenzó (como los judíos contra el divino original) a gritos contra su imagen: Tolle, tolle. Lo cierto es que al cabo de poco tiempo ha sido depuesta la moderna, y restituida la antigua a su lugar primero.

Discurra V. como quiera del pasage a que ortodoxamente pudiera aplicarse un buen comentario: yo no hago más que referir.”(11)

La antigua imagen presentaba numerosos desperfectos antes de su restauración en 2016

No cabe duda que una tormenta, estuvo a punto de destrozar a la imagen del Cristo y durante unos años la cofradía estuvo sin realizar cultos externos.

Sabemos pues que la reforma efectuada en 1740 sobre la imagen del Santísimo Cristo no fue muy afortunada, en cualquier caso la devoción existente al mismo fue enorme, tanto que en 1756 la congregación de hermanos existente en la Santa Cueva de la actual Parroquia del Rosario pidió a la Cofradía de la Vera Cruz le cediera el Santo Crucifijo antiguo para darle culto en “un sitio como la Cueva, sombrío y recogido, aunque capaz, donde no habrá otra imagen que ésta ni otra luz que un rayo, que directamente mire a ella, a fin de que la vista no halle más objeto en que espaciarse…”.

La Cofradía, pues pervive en 1756, pese al estado de la imagen del Cristo, pero ¿existían ya en esa época dos imágenes del Cristo?, cuando se solicita la antigua imagen para darle culto, ello podría implicar la existencia de otra más reciente, aunque también es posible que sucediese que la Cofradía solo realizase cultos internos ante la imposibilidad manifiesta de efectuar los externos.

Nada sabemos con certeza acerca de la posible donación o negativa a la solicitud efectuada por los solicitantes de la Santa Cueva. Lo cierto es que en la reorganización de 1764 solo se habla ya de una imagen, como puede comprobarse en el inventario de 1764 que refleja la siguiente información en lo referente a este dato:

“Imágenes: Primeramente la del Señor Crucificado, vocación de la cofradía con el nombre del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, retocada y compuesta a expensas de dichos señores hermanos. Está colocada en el altar mayor de la capilla en su cruz de madera maqueada de verde y oro, con sus tres clavos de plata, y en lo alto de la cruz su tarjeta de lo mismo con letras de oro.”(12)

Asistimos pues a una restauración de la imagen que tuvo lugar hacia 1764 y que costearon los tres mecenas de la cofradía: el marqués de Carballo, don Alonso Antonio Freire y don Juan Gómez de Figueroa.

Cinco años más tarde, en Junta de Gobierno de 5 de marzo de 1769 comienzan a hacerse los preparativos para realizar una procesión al año siguiente de 1770 con la imagen del Cristo y se indica :

«Trataronse también en esta Junta de Govierno varios particulares relativos ala salida dela Procesion del Smo Christo de la Veracruz en el año siguiente de 1770: si ha de ser con la Santisima Imagen que se venera en el Altar de la Capilla, o si se ha de hacer otra de menor peso y gravedad, y si hecha nueva Imagen se ha de colocar en la Cruz de Plata del Santo sudario o este separado como se practicava en lo antiguo segun se han informado algunos Sres Vocales. Y haviendose conferido estos puntos se acordó sobre todos lo siguiente…….”.(13)

El dato es interesante pues por un error de transcripción en el libro de Álvaro Picardo en vez de Santísima imagen se hace referencia a Santísima Virgen. Evidentemente el indicar que si se ha de hacer otra de menor peso y gravedad, parece implicar que no podría ser llevada por un hermano, lo que la hace distinta a la existente en 1616.

El  12 de Marzo de 1773, el conde de Río Molino y don Antonio Sopranis hacen constar en el libro de cabildos: “que el efecto de su convocatoria era para hacer presente a la cofradía que el señor don Juan de Figueroa a su costa y devoción había hecho construir en Nápoles una nueva efigie del Santísimo Cristo de que hacía donación a la hermandad y era la que por disposición de dicho señor está expuesto de manifiesto en esta sacristía para que vista por los señores hermanos concurrentes determinasen sobe su colocación y admisión lo conveniente, y enterados todos los dichos señores de lo referido y dado cada uno de los concurrentes su dictamen advirtiéndose que la antigua imagen del Santísimo Cristo por su antigüedad está tan deteriorada que casi le falta aquella disposición con que en los tiempos pasados se veneraba y totalmente imposibilitada de poderse poner en el paso para salir en procesión según se había conferenciado en varios cabildos y acordándose la formación de nueva imagen de Jesús Crucificado se acordó de conformidad admitir la donación que hace dicho señor don Juan de Figueroa del Santísimo Cristo que está presente y dicho señor ha hecho venir de Nápoles; que éste desde luego se coloque en el altar y capilla de la hermandad para que a ésta única y singular imagen de nuestro señor crucificado sea a la que se tributen los cultos y adoraciones que se acostumbran por esta cofradía y son debidos a la representación que significa, y mediante a que por el estilo de Italia o romano en que está este Santísimo Cristo será regular hacerle algunos retoques de pincel, que lo adapten a la costumbre de este pueblo en semejante simulacro, encarga la cofradía a los señores sus diputados oficiales y conciliarios la disposición de que se ejecute y que hecho lo coloquen como queda dicho en su altar y capilla en lugar de la imagen de Nuestro Señor Jesucristo que hoy se venera en ella, sin que con ningún motivo se verifique quede éste en ella, ni en la iglesia del convento, en tiempo alguno, reservándose por ahora en el cuarto interior de la cofradía para que por los mismos señores se de destino conveniente en otro pasage, sitio o lugar donde tenga culto y veneración la efigie antigua del Señor de la Veracruz.”(14)

Acta del Cabildo general celebrado el viernes 12 de marzo de 1773, en la que se comunica la donación que D. Juan Gómez de Figueroa (Juan de Figueroa en el texto) hace de la imagen actual. Biblioteca Provincial de Cádiz
Acta del Cabildo general celebrado el viernes 12 de marzo de 1773, en la que se comunica la donación que D. Juan Gómez de Figueroa (Juan de Figueroa en el texto) hace de la imagen actual. Biblioteca Provincial de Cádiz
Acta del Cabildo general celebrado el viernes 12 de marzo de 1773, en la que se comunica la donación que D. Juan Gómez de Figueroa (Juan de Figueroa en el texto) hace de la imagen actual. Biblioteca Provincial de Cádiz. Especial mención merece el párrafo “que el señor don Juan de Figueroa a su costa y devoción había hecho construir en Nápoles una nueva efigie del Santísimo Cristo”, pues hemos de tener en cuenta la fecha en la que se hace dicha referencia, por lo que estimamos que el Cristo viniera del reino de Nápoles o por extensión de cualquier parte de la actual Italia y no de la ciudad de Nápoles, como vulgarmente se ha creído

Pero no es menos interesante que se indique: “la imagen de Nuestro Señor Jesucristo que hoy se venera en ella, sin que con ningún motivo se verifique quede éste en ella, ni en la iglesia del convento, en tiempo alguno”.

La devoción despertada hacia la antigua imagen, calificada de milagrosísima, haría que no se llevase a cabo la pretendida marcha de la imagen del convento.

El 30 de marzo de 1783, tiene lugar una Junta de Gobierno con el objeto de preparar el cabildo de elecciones del próximo 5 de mayo, en ella puede leerse:

         “se trata sobre la colocación de la efigie antigua del Santísimo Cristo en su altar, como antes estaba, y la nueva se ponga en la antesacristía en el sitio preparado para el incienso”.(15)

Será precisamente en el cabildo general de 5 de Mayo del mismo año, en el que se acuerde que “se coloque desde luego la efigie del Santísimo Cristo en el altar de la cofradía como antes estaba y que se ponga la nueva en el sitio preparado y señalado de la antesacristía verificándose la colocación y traslación en los términos que se tenga por conveniente.”(16) Este es el aspecto antes relatado por Ponz en su Viage de España.

Desde 1783, hasta 22 de Diciembre de 1814, no se vuelve a citar imagen alguna del Cristo, constando a partir de entonces solo salidas ocasionales de la Cofradía como la que acaeció en 1832.

Será Adolfo de Castro el que facilite una pista también importante y que indica como la imagen que procesionaba era la traída de Nápoles. Éste nos relata refiriéndose a ella: “Colocose en su lugar, pero los devotos de la antigua imagen llevaron a mal el cambio. Volviose ésta a su sitio, donde permanece. La otra escultura solo sirve para cuando se arma el paso en la Semana Santa”.(17) Cuando esto escribe Adolfo de Castro ya se ha producido la reorganización que tiene lugar en 1843, refiriéndose a la Cofradía como de “la Vera Cruz y Cena Domine” y en la que se cita como la imagen se encontraba abandonada y llena de telarañas.”(18)

Fotografía de 1867, en la que se aprecia a la imagen actual del Santísimo Cristo de la Vera Cruz procesionando a la salida de San Francisco y que muestra como el comentario de Adolfo de Castro era una realidad, es decir era la imagen que se sacaba en Semana Santa

Por lo tanto dejamos el Cristo de cartón piedra en el altar que donaron el Marqués de San Juan de Carballo y los dos socios de la Compañía Española en el Comercio de Indias de Pardo y Freire (Juan Gómez de Figueroa y Antonio Alonso Freire) y el nuevo Cristo en la sacristía, pero ¿hasta cuando estuvo allí?. Un inventario de los bienes de la cofradía en 1885 puede arrojar alguna luz sobre la efigie del Cristo hoy existente en la Casa de Hermandad. Concretamente indica:

“un cristo de tamaño natural en la sacristía, un cristo de tamaño natural en el altar de su capilla” (19), al conservarse una antigua foto de la capilla que presenta probablemente al Cristo hoy en la citada casa de hermandad y que bien puede ser de finales del siglo XIX, podría deducirse que se trata de la antigua imagen.

Antigua fotografía de la capilla de la Cofradía, anterior a la obra acometida en la misma y que trasladó de su ubicación original el altar de la Virgen. Puede verse la antigua imagen situada en el altar principal de la capilla, así como las desaparecidas imágenes de la Virgen, San Juan y la Magdalena

Ahora bien, teniendo en cuenta que poco después, en 1896 se  alejaba a las imágenes construidas en cartón piedra de su veneración en los templos, parece probable que fuese entonces cuando se volviese a restituir el culto en el altar de la capilla propiedad de la Cofradía a la imagen del actual Cristo. (20)

La procesión de la Vera Cruz en 1895 inicia su recorrido en dirección distinta a la actual.

Colocada la citada imagen en el altar comenzaría a recibir cultos y a salir simultáneamente en las procesiones de Semana Santa. El libro de actas de la Cofradía que se inicia en 1904, nada dice de singularidad respecto de las imágenes, salvo la referencia a los daños que sufrió la efigie del Titular en los sucesos de 1931.

Última salida procesional de la Cofradía antes de los sucesos de mayo de 1931, poco antes de producirse, pueden observarse sobre el canasto del paso las imágenes desaparecidas, así como la efigie que en la actualidad es Titular de la Cofradía
Estado en el que quedó la Capilla de la Cofradía tras los sucesos de mayo de 1931, las imágenes marianas han desaparecido, así como las de san Juan y la Magdalena, que fueron quemadas en la Plaza de San Francisco

Vemos pues como se identifican varias imágenes titulares:

1.- La primitiva, bien quemada o destrozada durante el saqueo, bien trasladada por mar hacia Inglaterra. Que dicha imagen permaneciese en la ciudad es imposible, pues las crónicas identifican muy bien lo poco que permaneció en la ciudad.

2.- La imagen portada por un hermano, que ya existía en 1616.

3.- La imagen traída de Indias, dañada en la década de 1730.

Es importante señalar la existencia de al menos dos imágenes en 1756, una de las cuales se encontraría en la actual Casa de Hermandad, tratándose quizás de las dos imágenes citadas con anterioridad.

5.- La imagen actual donada por D. Juan Gómez de Figueroa en 1773.

En cuanto a la filiación artística de las imágenes, nada puede decirse de la primera de ellas, y poco de la de pasta de papel, salvo que fue modelada por un indio en tierras de América.

La que actualmente se venera en la capilla ha sido atribuida por el escultor,  restaurador y erudito investigador José Miguel Sánchez Peña a un seguidor de Antón María Maragliano. (21) Como consecuencia de los sucesos del 11 de mayo de 1931, sufrió desperfectos de cierta consideración al ser golpeado en las piernas, siendo sometida a restauración en 1940. Dos restauraciones de importancia han sido llevadas desde entonces por el Sr. Sánchez Peña, la primera en 1983 y la segunda en 2010, tras la que ha recuperado todo su esplendor original.

Así pues, el primer Cristo tal vez se fue por mar hacia Inglaterra, el segundo vino de Indias también por mar y el tercero fue traído de Nápoles sin duda en barco. Los dos Cristos que hoy día existen, uno en la Casa de Hermandad y el otro en la Capilla del Convento de San Francisco, son los Cristos que vinieron del mar.

Notas

(1) Picardo y Gómez, Álvaro.  “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz.
(2) Carrero, Juan. Anales de las Cofradías de Sevilla. Cofradías Extinguidas.
(3) Picardo y Gómez, Álvaro.  “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz.
(4) Ribas Bensusan, Jesús. Asaltos a Cádiz por los ingleses, siglos XVI, XVII y XVIII. Publicaciones de la Excma. Diputación de Cádiz. 1974. Página 91.
(5) Ribas Bensusan, Jesús. Asaltos a Cádiz por los ingleses, siglos XVI, XVII y XVIII. Publicaciones de la Excma. Diputación de Cádiz. 1974. Página 91.
(6) Picardo y Gómez, Álvaro.  “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz.
(7) Castro, Adolfo de. Historia de Cádiz y su provincia. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Cádiz. Página 409.
(8) Castro, Adolfo de. Historia de Cádiz y su provincia. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Cádiz. Página 409.
(9) Archivo Histórico Provincial, Tomo 1806 – Ofª 10, fol. 311.
(10) Picardo y Gómez, Álvaro.  “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz.
(11) Ponz, Antonio. Viage de España.1792. Tomo XVII, carta séptima.
(12)  “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 26 de Febrero de 1771.En ella se reproduce inventario de bienes que se presentó en cabildo de 1764, a petición de don Juan Gómez de Figueroa, tesorero de la cofradía.
(13) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 5 de Marzo de 1769. En referencia a este asunto se publicó también “Un importante dato sobre la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz objeto de un malentendido, por Alfredo García Portillo en Veracruzdigital en su número de mayo de 2007
(14) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 12 de Marzo de 1773.
(15)  “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 30 de Marzo de 1773.
(16)  “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 5 de Mayo de 1773.
(17) Castro, Adolfo. Manual del viajero en Cádiz, 1859, página 47.
(18) Picardo y Gómez, Alvaro.  “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz.
(19) Inventario de bienes. Cofradía de la VeraCruz. 1885.
(20) Ruiz-Nieto Guerrero, José Luis. ¿En qué momento pudo colocarse a nuestro titular de forma continuada en su altar. Veracruzdigital. Mayo de 2007
(21) Sánchez Peña, José Miguel. Escultura Genovesa en el Cádiz del setecientos.

NOTA.- Parte de este artículo fue publicado en www.veracruzdigital.com, en el mes de septiembre de 2004, bajo el titulo “Los Cristos que vinieron del mar”, artículo publicado también en 2010 por la revista  “A Paso Horquilla”, otra parte del mismo fue divulgada también en www.veracruzdigital.com en mayo de 2007 bajo el título ¿Una cuarta imagen del Cristo de la Vera Cruz?. El presente artículo incorpora además otras consideraciones, textos y notas y aparece por primera vez completo.

Alfredo García Portillo

1934, reaparece la Vera Cruz de El Puerto de Santa María

El paso del misterio de la Veracruz, por Palacios esquina con Micaela Aramburu, en 1936

Tal día litúrgico como hoy de hace 100 años, miércoles santo pero 19 de marzo de 1913, coincidió la festividad del Santo Patriarca San José, creando una especie de incompatibilidad litúrgica. A través de la Revista Portuense, en su número del 15 de febrero de ese año podemos enterarnos como se solucionó el problema: «…el miércoles santo ha sido siempre día de rigurosa abstinencia y está consagrado por la Liturgia a la conmemoración de la Pasión del Señor, excluyendo cualquier otro rezo.

La iniciativa personal de un devoto, empeñado en sacar en procesión «la venerada imagen del Cristo de la vera-Cruz», se vio recompensada, después de realizar junto con varios directivos y hermanos «una colecta que, a la hora presente, va respondiendo a los fines que se desea». Así declaraban en el periódico dos semanas antes de la fecha habitual de su salida, confirmando la misma, los responsables de la hermandad. Y esta, efectivamente, se produjo a las doce en punto de la noche del jueves santo «y esto constituyó tal atracción para las gentes que antes de la hora señalada para la salida no se podía dar un paso en las esquinas de la capilla de la Sangre», y al decir esquinas, en plural, se refieren a la esquina de la capilla, propiamente dicha, formada por las calles José Navarrete (Palacios) y Castelar (Nevería y a la esquina de Castelar y Cánovas del Castillo (Luna) por donde pasaría tras la salida, camino de la calle Sagasta (Ganado), girando al llegar a ésta dirección de Larga por la que continúa en sentido ascendente hacia Luna hasta desembocar en el Vergel del Conde, continuando hasta la plaza del Castillo que rodeaban entrando por Santo Domingo, doblando por San Bartolomé y, nuevamente, por Palacio hasta desembocar en la plaza Alfonso XII: No nos consta se realizase a esa hora de la madrugada Estación en la Prioral, debiendo continuar por la calle Luna, doblando en Nevería a su templo, donde se recogió a las tres y cuarto de la madrugada del viernes. Aunque en la procesión figuraban los guiones de las tres hermandades existentes: Humildad, Veracruz y Soledad, que abrían la marcha, solo acompañaban a los hermanos de la Veracruz, nazarenos de la Soledad, constando la procesión de dos pasos: el de la Cruz y el del Calvario.

El paso del misterio por Micaela Aramburu, con unas palmeras que estaban empezando a tomar forma. Año 1930.

Continúan proclamándose edictos municipales que propician un respeto hacia las conmemoraciones religiosas de esas fechas y para favorecer la mayor religiosidad y compostura de los ciudadanos en general, especialmente en las vías públicas, haciendo hincapié en que no se cometan irreverencias ni escándalos, se regula el horario de cierre de los establecimientos y se dictan normas para el tráfico rodado.

El paso del misterio por Micaela Aramburu, con unas palmeras en todo su esplendor. Imagen que difícilmente volveremos a ver repetirse, dado el ocaso de las datileras. Primeros años del siglo XXI.

La participación en la semana santa de la Archicofradía del Santísimo Sacramento era notable en esa época, especialmente en los Divinos Oficios, que se celebraban en el primer templo, la Iglesia Mayor Prioral. Aprovechando la solemnidad de los cultos en estas fechas, con idea de dar un mayor realce a la admisión o ingreso de nuevos miembros en la Archicofradía, se hizo coincidir con la procesión claustral del Santísimo que se realizaba al final del oficio de Tinieblas del miércoles santo, después de entonarse el «Miserere» por los sochantres. En esta ocasión los nuevos socios –así les nombra el redactor que realiza la reseña del acto– fueron Francisco Muñoz Seca y Ramón Jiménez Mateos, los cuales, con veladores encendidos, se unieron a las filas de archicofrades que acompañaban «al Sr. Cura Propio, revestido de lujoso pluvial blanco, bordado en oro» portador de la custodia con S.D.M., trasladada desde el altar mayor, donde había estado expuesto, hasta la capilla del Sagrario, circunvalando el templo, dándose por terminado el acto al quedar depositada la misma en el Sagrario.

(Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía)

 

El Cristo de la Vera Cruz de Popayán (Colombia)

La ciudad colombiana de Popayán es la capital del departamento del Cauca. Se encuentra localizada en el Valle de Pubenza, entre la Cordillera Occidental y Central al suroccidente del país. Tiene aproximadamente unos 259.000 habitantes y su extensión territorial es de 512 km² y está separada aproximadamente 600 km de Bogotá, capital del país.

Las procesiones de Semana Santa en Popayán tienen una larga tradición de más de 400 años. Los desfiles religiosos aparecieron, según los cronistas, hacia el año de 1566, es decir apenas 30 años después de la fundación de Popayán. Desde esta época y hasta la actualidad, el derecho a un barrote y la participación en la procesión como carguero, generalmente, se hereda de padres a hijos y se considera todo un privilegio.

Cargueros de Paso de Semana Santa – Foto del Diario «El Liberal»

A través de los años, las procesiones de Semana Santa en Popayán se fueron enriqueciendo, gracias al aporte de bellas imágenes, traídas de España y de Quito, donde los artistas dedicaron su inspiración a representar los diferentes pasajes de la pasión del Cristo.

La Iglesia de San Francisco

La primera iglesia de San Francisco cuya fecha de Construcción no es muy segura, fue destruida con el terremoto de 1736. La construcción de la segunda iglesia se comenzó en 1765, aunque los historiadores de la primera mitad de este siglo XX, afirman que fue en 1775.

Fachada de la Iglesia de San Francisco

Otro documento de 1771, afirma que en este año ya se había comenzado a construir la iglesia pero que debido a la falta de recursos hubo necesidad de solicitar una limosna a la casa de la moneda. El comisario General del Perú en carta del 15 de Junio de 1764, Fray Ramón de Sequeyra y Mendiburu, dio SU autorización para la “fabrica de la iglesia en el sitio intentado con la extensión proporcionada a lo copioso del concurso de tan noble ciudad”. La iglesia y el convento se construyeron en el mismo sitio en donde están ahora, pero se agregaron dos solares aledaños para agrandar el lote. Estos solares fueron donados por don Pedro Agustín de Valencia quien los compro a Sebastián Lancha de Estrada con tal fin.

En 1764 el Virrey Mesía de la Cerda concedió a los Franciscanos la calle intermedia entre el convento y la casa que donó al colegio don Pedro Valencia para la construcción de la iglesia. De 1776 aparece una carta de agradecimiento a don Francisco Antonio de Arboleda por la cal que donó para la construcción de la iglesia. Hay otro docu­mento de 1777 en que los mineros del Choco Popayán y Barbacos dueños de cuadrillas de esclavos, se comprometen a ceder (según el rey lo disponga) los derechos que se les exigía del oro que sacaban para la construcción del templo y el colegio de Franciscanos. Como ya se anotó, la iglesia comenzó a construir en 1765, infortunadamente para 1771 los recursos se habían agotado.

En 1778, según cuentas llevadas por los constructores de la iglesia, se había gastado $80. 0000, faltando La mayor parte de la obra, provocándose una gran polémica acerca de si se debía o no continuar la construcción. La bendición de la iglesia se llevó a cabo el día 12 de julio de 1787, aun sin estar terminada. El templo fue diseñado por el arquitecto español Antonio García quien también había venido a Cali a dirigir la construcción de la iglesia matriz de San Pedro. La construcción de la iglesia de San Francisco duró veinte años. Resultó la más bella, capaz y hermosa de la ciudad. Una de las partes más bellas la Constituye el ábside, obra arquitectónica del español Fray Antonio de San Pedro. Fue enriquecido Con tres camarines. La fachada la mas monumental que dejó en la Nueva Granada la arquitectura del siglo XVIII, época floreciente del barroco neogranadino fue concluida hacia 1788 por Roque Navarrete quien terminó las estructuras en piedra de los santos, San Francisco y Santo Domingo.

La mayoría de las imágenes que salen de este templo en la procesión del Jueves Santo son de origen español y del siglo XVII. La del Ec­cehomo se comenzó a tallar en Pasto y fue terminada en Popayán (siglo XVII). El Cachorro, copia del de Sevilla -España-, fue tallada en Sevilla, donada por el presidente Guillermo León Valencia en 1954.

Estudio artístico

Los temblores y terremotos hacen parte fundamental de la historia construida de la ciudad de Popayán. La arquitectura conventual payanesa sufrió cambios tras el gran terremoto de 1736 y sus edificios fueron transformados en la segunda mitad del siglo XVIII, rasgo que les otorgará un carácter regional muy particular, unido a la influencia artística y cultural quiteña, que aportara a la arquitectura conventual un grado mayor de refinamiento.

El convento de San Francisco se fundó en el siglo XVI. Sin embargo, el edificio que se conoce actualmente es el templo comenzado en los primeros años del siglo XVIII. La Corona española, en 1753, reconoció y aprobó la importancia de las labores franciscanas en la región y autorizó la transformación del convento en Colegio de Misiones de Nuestra Señora de las Gracias. Este magnífico conjunto será el más tardío de la arquitectura conventual payanesa, pero desde el punto de vista arquitectónico resultará también ser el más interesante y complejo. La construcción del templo se inició el 14 de julio de 1775, diseñado y dirigido por el arquitecto catalán Antonio García. Veinte años más tarde, la obra estuvo concluida y una Cédula Real advertía que era tan buena la arquitectura que no valía la pena «ofuscarla con figuras y adornos extraordinarios».

El templo es el más rico de la ciudad y en éste resaltan todas las artes: arquitectura, pintura, imaginería y mobiliario. Su interior consta de una gran nave central y dos naves laterales, con capillas comunicadas a través de arcos tallados en piedra. Los camarines en madera, los más originales de la ciudad, son obra del arquitecto español, fray Antonio de San Pedro, y constituyen una serie de cuerpos casi independientes. La fachada principal, de estilo barroco para los especialistas, es una de las más monumentales que dejó en la Nueva Granada la arquitectura del siglo XVIII, y se atribuye al mismo Antonio García.

Torre de la Iglesia Franciscana

El púlpito de la iglesia de San Francisco es uno de los elementos decorativos más interesantes. En el arranque de su escalera, una mujer sostiene en brazos una piña y en su cabeza soporta una cesta de frutas. En la baranda, toda calada, se entrecruzan pájaros de colores, enredaderas, flores y frutos. Esta mujer soporte, llamada «indíatide», es un claro ejemplo del llamado mestizaje de las artes, donde se acusa la intromisión de la mano indígena en los colores y los elementos superpuestos a las órdenes barrocas.

El Hotel Monasterio ocupa actualmente la mayor parte de lo que antaño fuera el conjunto del convento, levantado en 1750. Con la desamortización de «manos muertas», ordenada por el payanés don Tomás Cipriano de Mosquera, el edificio sirvió de cárcel, juzgado y cuartel militar.

Claustro del Hotel Monasterio

En los años 40 se le adecuó como hotel, superponiendo detalles que le llevaron a perder sus valores originales. La iglesia de San Francisco sufrió daños severos con el terremoto de 1983 y fue restaurada tras un exhaustivo trabajo por la Subdirección de Monumentos Nacionales del Instituto Nacional de Vías, con el apoyo de la Agencia de Cooperación Iberoamericana, obra que se concluiría en 1996.

El Cristo de la Vera Cruz

 

Jueves Santo. La Procesión

El Jueves Santo era la jornada en la que tradicionalmente las personalidades del lugar acompañaban a las procesiones infligiéndose diversos tipos de penitencia.

El Cristo de la Veracruz es la tercera procesión de la pasión. Sale del Templo parroquial de San Francisco. Portan el estandarte de la Junta el Comandante del ejército y sus Oficiales. El paso de la Veracruz lleva un precioso crucifijo, totalmente de plata, que tiene incrustado un pedazo de la verdadera cruz de Cristo. Las flores rojas de esta noche simbolizan el infinito amor que expresó Cristo al instituir la Sagrada Eucaristía.

Paso del Cristo de la Vera Cruz – Foto: Andrés F. Cosme Hurtado (2010)

Los pasos de esta procesión son: La Cruz Alta, San Juan Evangelista, la Magdalena, La Verónica, el Señor del Huerto, El Prendimiento, El Beso de Judas, La Coronación, el Ecce Homo, La Cruz a Cuestas, el Señor del Perdón, la Crucifixión, El Señor de la Expiración, El Cristo de la Veracruz y la Dolorosa.

 
Paso del Cristo de la Veracruz
 
En esta Procesión del Cristo de la Veracruz, desfilan catorce pasos que representan casi todos los detalles cronológicos de la Pasión de Cristo. A esto se le atribuye la hermosura de sus imágenes, la mayoría de origen Español, a excepción de el Señor de la Columna, traída de Pisa y la del Santo Ecce Homo.
 
Paso del Cristo de la Veracruz en la comitiva de andas
 

Video Salida Procesional Jueves Santo 2010

Orden del Desfile

Cruz Alta
Banda de Paz de la Policía Departamento Cauca.
San Juan Evangelista .
La Magdalena.
La Verónica.
El Señor del Huerto.
El Beso de Judas.
Orfeón Obrero-Coral Pabón.
El prendimiento.
La Sentencia.
Los Azotes.
La Coronación.
El Amo Ecce Homo.
La Cruz a Cuestas.
El Señor del Perdón.
La Crucifixión.
El Señor de la Expiración.
Estandarte Junta Permanente Pro Semana Santa Portado por el Señor Comandante de la Brigada 29 del Ejército Nacional y Oficiales de la Unidad Operativa.
El Santo Cristo de la Veracruz.
Cura Párroco.
La Dolorosa.
Banda de Músicos Batallón de Infantería No. 7 “José Hilario López”.
Compañía de Fusileros Batallón No. 7 “José Hilario López”.

Bibliografía

 

La Confraternidad de Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz y su participación en la Semana Santa de Sevilla

Introducción

Para muchos sevillanos resulta desconocido y chocante la presencia dentro del cortejo procesional de la Hermandad de la Veracruz de Sevilla de un numeroso grupo de nazarenos que visten túnicas de diferente color y forma al del resto de la Hermandad. Más aún para los muchos foráneos que visitan la ciudad y que al presenciar esta procesión difícilmente se resisten a preguntar el motivo por el cual van tanto nazarenos diferentes. Este cuerpo de nazarenos tan multicolor y variopinto lo forman representaciones de diferentes hermandades, todas tienen un nexo en común, la misma advocación que la anfitriona VERACRUZ.

Es el único caso en Sevilla donde de forma regular y continuada a través de los años participan representaciones de otras hermandades dentro de la procesión de una Hermandad en concreto.

En esta serie de artículos dedicado a la CONFRATERNIDAD de HERMANDADES de la VERACRUZ intentaremos aclarar a todos los cofrades el origen y los fundamentos de esta participación. Para las hermandades cruceras en general y para las de la provincia de Sevilla en particular por su proximidad a la capital, es un honor y un privilegio poder acompañar al Cristo de la Veracruz sevillano en su discurrir por las calles de la ciudad que fue origen de todas las demás.

Esta masiva participación que se produce todos los años, de hermandades de la Veracruz radica en los fines que tiene la Confraternidad donde en uno de sus capítulos se especifica lo siguiente: “establecer vínculos de unión entre las Hermandades y Cofradías de esta advocación, tanto en el plano espiritual como material, y promover cordiales relaciones con las demás organizaciones de la Iglesia en las respectivas localidades”. Dentro de este espíritu es donde se enmarca la realización de este cortejo tan singular todos los Lunes Santo de Sevilla detrás del paso del Santísimo Cristo de la Veracruz.

Preámbulo de los Estatutos de la Confraternidad de Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz:

«Corría el año de 1948 cuando la Hermandad de la Vera+Cruz de Sevilla celebraba su V CENTENARIO FUNDACIONAL, y con tal motivo a los actos celebrados para conmemorar tal efemérides acudieron hermandades de la Vera+Cruz procedentes de distintos puntos de Andalucía occidental.

Ante esta manifestación singular de fraternidad crucera, la hermandad de Sevilla, que ya tenia estrechos contactos con las Hermandades de la Vera+Cruz de Dos Hermanas, Olivares, Sanlúcar la Mayor y Utrera, se propuso la creación de una federación de Hermandades del citado título, comunicando su pretensión a las mencionadas Hermandades, que se adhirieron a la idea desde el primer momento. Para ello se formó una comisión organizadora presidida por el Hermano Mayor de la Hermandad de Sevilla y constituida por el resto de Hermanos Mayores de las cuatro Hermandades antes citadas.

El fruto del trabajo realizado por todas y cada una de las Hermandades antes aludidas fue el nacimiento de la “CONFRATERNIDAD DE HERMANDADES DE LA VERA+CRUZ” y que por unanimidad tendría su residencia canónica en la ciudad de Sevilla, concretamente en la sede de la Hermandad Crucera hispalense.

Después de largos años detectando hermandades de la Vera+Cruz se celebraron dos Asambleas. En la primera se nombró una comisión encargada de confeccionar un modelo de Estatutos, que una vez terminado se sometió al estudio de las distintas hermandades y cofradías.

Concluido el estudio y conocidas las correspondientes enmiendas se convocó una segunda asamblea para su aprobación definitiva.

Ambas asambleas se celebraron en la sede de la Hermandad de la Vera+Cruz de Sevilla, Capilla del Dulce Nombre de Jesús. La primera presidida por Don José Sebastián y Bandarán y la segunda por el Excmo. Rvdmo. Señor Cardenal Don José María Bueno Monreal acompañado de diversos Directores Espirituales de las hermandades asistentes.

Una vez aprobados los Estatutos, fueron ratificados por la Autoridad Eclesiástica el día 4 de julio de 1970, los cuales fueron cursados a diferentes Obispos españoles.

Más tarde estos Estatutos fueron modificados y recibieron la aprobación del Arzobispo de Sevilla el 25 de enero de 1986.

Actividades, Encuentros y Peregrinaciones

Actualmente pertenecen 337  Hermandades a la Confraternidad de Hermandades de la Veracruz. Dentro de sus múltiples actividades a lo largo del año destacan las siguientes:

Las Peregrinaciones

Con carácter anual, siempre se realiza el último domingo de septiembre. Cada año una Hermandad organiza una serie de actos e invita al resto de Hermandades de la Vera+Cruz. Se concreta en una convivencia de confraternización entre cofrades y la concelebración de una misa que puede ir acompañada con una procesión externa.  El año 2009 se realizará la XXVI peregrinación y será en la localidad malagueña de Alhaurín el Grande. El año 2008 se hizo en Zamora, el 2007 fue en Jerez de la Frontera, en 2006 en Gijón , el 2005 se celebró en el Puerto de Santa María, por recordar las más recientes. En la última peregrinación celebrada en Zamora asistieron 492 peregrinos en representación de 23 hermandades.

Los Congresos Internacionales de Hermandades de la Vera+Cruz

Se realizan cada cuatro años. Son dirigidos y organizados por D. José Sánchez Herrero, profesor de la Universidad de Sevilla de Historia Medieval. Él es el encargado de buscar ponentes especializados que hayan investigado en la Historia y los orígenes de las Hermandades de Vera+Cruz. Con las ponencias se elabora y edita un libro. El tercer congreso se realizó en 2004 en Bilbao, en el año 2008 se hizo también en Zamora, estando previsto hacer el V congreso en el año 2012 en la ciudad de Mérida.

Encuentros de Jóvenes Cruceros

Estos encuentros se hacen con carácter anual. Se trata de que los grupos jóvenes de las Hermandades de la Vera+Cruz se conozcan, intercambien ideas y opiniones, en definitiva realizar una jornada de convivencia entre los hermanos jóvenes, donde se aúna la celebración de una eucaristía y posterior comida de confraternización. En este año de 2008 se celebró en la localidad de Brenes y para el año 2009 está prevista que se realice en Mairena del Alcor.

 Plenos de Hermanos Mayores

Se celebran dos al año. Uno siempre es en la ciudad de Sevilla y suele realizarse en los meses de enero o febrero. El otro pleno que se suele celebrar a finales de junio tiene carácter itinerante. A estos plenos están convocados todos los Hermanos Mayores de todas y cada una de las Hermandades que forman la Confraternidad.

Encuentros Diocesanos

Las hermandades de la Vera+Cruz de la provincia de Córdoba organizan entre todas ellas unos encuentros con carácter anual donde cada año la hermanad encargada de organizar el encuentro prepara una serie de Charlas, Conferencias, Convivencias, etc, que permiten conocerse e intercambiar ideas a las hermandades asistentes. En el año 2008 se hizo en la localidad de Almodóvar del Río y este año de 2009 se celebrará en Baena. Con estas mismas características existen otros encuentros en la zona norte de la península.

Fundación «Lignun Crucis»

Se está constituyendo. La idea es crear una fundación con fines sociales y caritativos. Todas las Hermandades pertenecientes a la Confraternidad aportarían una cantidad de dinero, según el número de hermanos que tengan, para realizar actividades de caridad y asistencia social.

 Procesión del Lunes Santo en Sevilla

Como manifestación externa de la existencia de la Confraternidad de Hermandades de la Vera+Cruz y de su vigencia, todos los años un numeroso grupo de Hermandades participan en el cortejo de la estación de penitencia de la Hermandad de la Veracruz de Sevilla. Cada hermandad va representada por tres o cinco personas ( varas y estandarte) que visten la túnica de nazareno de sus hermandades de origen , lo que forma un cortejo multicolor y que contrasta con el hábito negro de la hermandad sevillana.

Las representaciones van detrás del paso del Santísimo Cristo de la Veracruz y procesionan en riguroso orden alfabético según la localidad de origen, esto se acordó así para evitar posibles discusiones sobre la antigüedad de una u otra hermandad.

© Alfonso García García, 2-IV- 2009

 

La Puertorrealeña calle de la Vera+cruz

La añeja hermandad de la Vera-Cruz de Puerto Real acumula a lo largo de su historia toda una serie de noticias que dan muestra de la devoción que nuestros antepasados tenían al Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, Aguas y Buen Viaje. Ya en otra ocasión nos hemos ocupado de su carácter como abogado contra la sequía, no en vano consta de su salida procesional en rogativas a lo largo de los siglos XVII a XIX, así como de una novena decimonónica en la que consta una oración a este respecto. Una hermandad que está unida a Puerto Real prácticamente desde sus albores, no en vano su fundación data de mediados del siglo XVI lo que le convierte no solo en la cofradía más antigua de la Real Villa sino de toda la diócesis gaditana, convirtiéndole en un elemento de referencia cultural para nuestros antepasados desde casi los días fundacionales.
Paso de Misterio de la Hermandad de la Vera+Cruz de Puerto Real

Un aspecto hasta ahora prácticamente desconocido era el de que, al menos en los siglos XVII y XVIII Puerto Real contó dentro de su trazado urbano con un espacio dedicado al centro devocional de la hermandad, el Cristo de la Vera-Cruz. En efecto, en base a los datos que hemos podido recopilar, al menos entre 1638 y 1755 Puerto Real contó con la denominada “calle de la Vera-Cruz”.

El primer dato que hemos podido encontrar data de 1638, antes de que los frailes franciscanos descalzos se establecieran en Puerto Real, precisamente en la ermita de la Vera-Cruz. Domingo González de Vilches, hermano mayor de la cofradía de la Santa Vera-Cruz de Puerto Real tomó en mayo de 1638 “un solar que está en la calle de la Vera Cruz lindando con casas de Clemente de Pineda y que está lindando por delante con corrales de Mateo Colmillos… Isabel de Figueroa hermana de Benito de Figueroa hizo donación del dicho solar a la cofradía de la Santa Vera Cruz de esta villa” (AHPC, protocolos notariales de Puerto Real, legajo PR 48, f. 504, 31 de mayo de 1638). Esta referencia aislada nos demuestra la existencia de dicha calle e incluso nos proporciona datos sobre su posible ubicación dentro del trazado urbano de la época. Sin embargo, así de modo aislado nos podría parecer una referencia imprecisa ya que la información procede del hermano mayor de la cofradía de por aquel entonces. Pero como veremos más adelante, las referencias se repiten en el tiempo.

El Santísimo Cristo de la Vera+Cruz

Así, en 1657 y en el testamento del Alcalde Mayor Juan Hurtado de Cisneros, aparece reflejado que, entre sus numerosas propiedades, disponía de varias casas en la calle Veracruz, concretamente dos inmuebles colindantes, curiosamente situados junto a la que fuera almona de Juan Enríquez de Mesa. Cada uno de ellos valorado en unos 4.000 reales de vellón (véase al respecto IZCO REINA, M. J.: “Poder y riqueza. Inventarios de bienes de la élite puertorrealeña del Seiscientos”, en Actas de las IX Jornadas de Historia de Puerto Real, 2001). Una prueba inequívoca y además procedente de un miembro destacado del Cabildo Municipal.

Para no repetirnos en demasía, a partir de esta fecha y hasta mediados del siglo XVIII se reiteran las referencias puntuales a la “calle de la Veracruz”, ya fuera en testamentos, censos, mandas pías o ventas de inmuebles. Solo aportaremos el último dato que hemos podido encontrar hasta el momento y que data del año 1755. Efectivamente, el 20 de julio de 1755 se menciona en la venta de una casa la existencia de una calle denominada “de la veracruz” con la que la primera lindaba (AHPC, protocolos notariales de Puerto Real, legajo PR 101, s.f., 20 de julio de 1755).

Vemos por tanto como con total seguridad, Puerto Real contó con una calle dedicada al Cristo de la Vera-Cruz (y que no tiene nada que ver con la actual calle Cruz Verde de la que hablaremos en otra ocasión). En cuanto a su localización y, a pesar de que el trazado actual de Puerto Real no se corresponde con el de la época, máxime en una zona como la colindante de la actual plaza de los Descalzos que por aquel entonces formaba parte de las afuera de la Villa; podemos establecer con las debidas precauciones, que la calle de la Vera-Cruz se correspondería con la actual calle San Francisco, al menos en el tramo que limitaría con la ermita del Cristo de la Vera-Cruz, la cual con el tiempo pasó a ser denominada iglesia de la Vera-Cruz, templo conventual de los franciscanos descalzos.

Es por tanto de justicia devolver a la luz estos datos que dan una muestra más del esplendor de la hermandad de la Vera-Cruz en el pasado, con el deseo de que de nuevo vuelva a nuestro trazado urbano una referencia a tan inmemorial devoción de nuestros antepasados. Nuestro callejero adolece de referencias a nuestros antepasados ilustres, a personajes que nacieron en la Villa y que llevaron su nombre por todo el mundo, a hombres y mujeres que dejaron lo mejor de sí mismos en nuestra tierra, etc. En este caso, pensamos que es de justicia el recuperar un espacio en nuestro callejero que recuerde al Cristo de la Vera-Cruz, aquella imagen que nuestros primeros puertorrealeños ya conocieron en su ermita extramuros y a la que rogaban cuando la sequía les amenazaba las cosechas o cuando partían de viaje.

por Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez

 

 La Vera Cruz de Caspe

Caspe esconde el segundo fragmento de madera más grande que se conserva en España de la cruz en la que murió Cristo, solo por detrás de los fragmentos que se encuentran en París y en Santo Toribio de Liébana. Mide 20 cm de alto y 18 de ancho. Alrededor, un relicario de oro, gótico, y otro de plata, del siglo XVIII. Esta es la Vera Cruz de Caspe. Se trata de una reliquia de valor incalculable, no solo por su gran tamaño, sino también por su autenticidad probada y por su accidentada historia, que se remonta al año 326 d. C. Estas han sido razones suficientes para que la comarca de Bajo Aragón-Caspe/Baix Aragó-Casp haya dirigido la vista hacia ella.

Los trabajos que la comarca está llevando a cabo dentro del Plan de Dinamización del Producto Turístico se orientan al desarrollo del turismo en la zona. Valorando aquellos elementos que podrían utilizarse como recursos turísticos, hizo el feliz redescubrimiento de esta reliquia. Además, las referencias al turismo religioso, que parecían algo lejano al Bajo Aragón-Caspe/Baix Aragó-Casp, tomaron otro sentido cuando se observó alrededor y se vio como Caravaca de la Cruz, Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana y otros muchos lugares de España y de fuera de ella poseían también un Lignum Crucis y se habían convertido en destino de curiosos, devotos, peregrinos y gente que, en definitiva, tiene una razón para encontrar o encontrarse.

Este fragmento de madera apareció en el siglo IV y viajó desde Jerusalén hasta Roma. Luego, el papa Clemente VII de Aviñón lo convirtió en su pectoral. Tres días antes de morir, en 1394, se lo regaló a su gran amigo y consejero Juan Fernández de Heredia. Este personaje, que llegó a ser un importante político y erudito del siglo XIV y que se convirtió en gran maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén, siempre estuvo muy unido a Caspe. Heredia nació en Munébrega, pero viajó en numerosas ocasiones al municipio caspolino y allí decidió construir uno de sus siete castillos y levantar un enorme convento dedicado a su orden religiosa. Él quiso descansar eternamente en esta tierra y también decidió que así lo haría el fragmento de Vera Cruz que Clemente VII le regaló. El 14 de septiembre de 1394, ese Lignum Crucis llegó a Caspe. Primero se guardó en el propio castillo de Heredia, después se trasladó al convento sanjuanista. Cuando se amplió la colegiata de la localidad, en 1515, se ubicó primero en una de sus modestas capillas del lado norte y después en la capilla que hoy conocemos como de la Vera Cruz y del Santísimo, donde ya se encontraba el sepulcro de Fernández de Heredia y donde hoy se trabaja para rehabilitarla y devolver la reliquia. En la capilla permaneció la santa madera hasta 1936, cuando la colegiata quedó destruida durante la guerra Civil, incendiada y dañada gravemente por un proyectil. Los republicanos sacaron de todas las iglesias de la zona cualquier reliquia que pudiera tener algún valor y las amontonaron en el ayuntamiento de Caspe. La Vera Cruz no fue una excepción; pero a pesar de permanecer guardada bajo llave y vigilada por numerosos guardias de asalto, sí fue uno de los pocos objetos que consiguieron regresar a su lugar de origen.

¿Cómo…? Todavía hay alguien que puede contar este episodio casi en primera persona. «Mi abuelo Amalio Pérez Hernández era abogado del Estado y, cuando llegó la República, se convirtió en el tesorero del Gobierno de Aragón en Caspe. En el Ayuntamiento, también era el depositario de los fondos municipales, ese cargo le permitió ver la Vera Cruz dentro de aquel montón de reliquias», cuenta Carlos Alastuey, nieto del protagonista de este fragmento de la historia y actual cofrade mayor de la cofradía de la Vera Cruz caspolina.

«En un despiste de los guardias, mi abuelo y uno de sus compañeros cogieron el Lignum Crucis y el Cáliz del Compromiso (otra importante pieza gótica que Juan Fernández de Heredia donó a Caspe y con la que se selló el pacto histórico que lleva el mismo nombre). Metieron los dos objetos en un saco de tela y lo lanzaron detrás de una de las librerías que había en la habitación», continúa narrando Alastuey. El espacio entre la estantería y la pared era realmente estrecho y, al caer, la Vera Cruz se golpeó y se dañó el relicario de plata que la rodeaba. «Desde la Cofradía lo arreglamos, pero siempre se rompe por el mismo sitio. Cada Viernes Santo que sacamos el Lignum Crucis en procesión, se vuelve a estropear», explica el cofrade.

Tras la contienda, en 1939, Amalio regresó al ayuntamiento y rescató de la parte trasera de aquella librería las dos reliquias. «Sin dudar, se las devolvió al pueblo de Caspe». concluye Alastuey.

Hasta hoy, el Lignum Crucis se guarda en la caja fuerte de una de las entidades bancarias de la localidad. El único momento en el que los caspolinos establecen contacto directo con él es en Semana Santa, cuando la cofradía de la Vera Cruz lo saca en procesión y recorre con ella todas las calles de Caspe. Esto ocurre cada Viernes Santo y se convierte en un momento mágico. «Hace más de treinta años que fundamos la cofradía y lo hicimos pensando en sacar la Vera Cruz para que la gente pudiera disfrutar de ella y para que todo el que visitara Caspe se llevara el recuerdo de una reliquia histórica y única», explica Carlos Alastuey.

La Semana Santa caspolina cuenta con una espectacular procesión cada día, con encuentros de tambores, bombos y cornetas en los que se reúnen pueblos de todo el Bajo Aragón zaragozano y con numerosas actividades culturales paralelas. De hecho, estas fiestas han sido declaradas de Interés Turístico en Aragón. Pero inevitablemente todo gira en torno a la Vera Cruz. «La Semana Santa es el recuerdo de la Pasión de Cristo y la cruz en la que murió, nuestra Vera Cruz, es el elemento más significativo. Es la joya de Caspe tanto en el sentido religioso, como en el histórico y el artístico», considera Miguel Caballú, presidente del Sindicato de Iniciativas y Propaganda de Aragón (SIPA).

Sin duda, la Vera Cruz provoca un sentimiento común que destaca sobre todos los demás: la devoción. «Si una cosa me sorprendió la primera vez que sacamos la Vera Cruz, fue que la gente se arrodillaba al verla pasar. Ahora, después de 30 años, esas personas, ya muy mayores, y otras más jóvenes se siguen arrodillando».

De hecho, en Caspe existen nueve cofradías que agrupan a cerca de 800 personas, y todas ellas han estado de acuerdo en unirse bajo un mismo símbolo: el Lignum Crucis. «Si tuviéramos que elegir una imagen, elegiríamos la Vera Cruz, que siempre nos ha identificado. Todas las cofradías tenemos nuestro propio signo y además hemos adoptado la Cruz», cuenta Francisco Gonzalvo, presidente de la Coordinadora de Cofradías de Caspe.

La Vera Cruz caspolina esconde un valor infinito, aunque no es el mismo para todas las personas. «Como católico, es la cruz en la que murió Cristo y tiene toda la importancia que cada uno alcance a comprender. Como caspolino, es un orgullo», opina Gonzalvo. Para otros, el valor de la reliquia también reside en su antigüedad. «Es una pieza de madera que pertenecía al papa Clemente VII y que se conserva en Caspe desde hace más de seiscientos años, tiene un gran valor histórico», señala Valentín Martínez, padre guardián del convento franciscano de Caspe.

Para muchos, es el diamante en bruto que podría despertar la industria del turismo religioso en la comarca del Bajo Aragón-Caspe/Baix Aragó-Casp. «El turismo religioso comenzó con las Cruzadas y ha llegado hasta Caravaca de la Cruz. Este lugar tiene un Lignum Crucis más pequeño que el de Caspe y espera recibir un millón de visitas este año ¿Por qué no podría ocurrir aquí lo mismo?», dice Caballú.

Pero, sin duda, la Vera Cruz provoca un sentimiento común que destaca sobre todos los demás: la devoción. «Si una cosa me sorprendió la primera vez que sacamos la Vera Cruz, fue que la gente se arrodillaba al verla pasar. Ahora, después de 30 años, esas personas, ya muy mayores, y otras más jóvenes se siguen arrodillando», asegura Alastuey.

Cualquiera que desee contemplar seiscientos años de historia a través de un solo objeto, que quiera admirar tres estilos artísticos diferentes en una única pieza o anhele conocer el auténtico símbolo de su religión, solo tiene que visitar la Semana Santa caspolina.

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NOTA: En el año 2011 finalizaron las tareas de acondicionamiento para que la capilla se convirtiera en la ubicación definitiva de la Vera Cruz de Caspe.

por Elsa del Cacho Gallego

 

Unas nuevas potencias para el Cristo de la Vera+Cruz de Encinasola

La imagen del Santo Cristo de la Vera+Cruz de Encinasola ha recuperado esta Semana Santa de 2011 uno de sus tradicionales atributos que hace tiempo había dejado de usarse por la pérdida de las primitivas piezas en momentos de extrema decadencia de la Hermandad: sus potencias.
Fotografía: Antonio Macías Díaz (2011)
 
Ha sido empeño de la anterior Junta de Gobierno reponer estas preseas y que el Señor volviera a presentarse ante su pueblo como éste siempre lo conoció. Y fruto de ese empeño ha sido la localización y compra de anticuario de unas potencias de diseño y época muy similares a las primitivas, que tras su oportuna restauración a cargo del taller de Orfebrería Andaluza, han sido añadidas a la corona de espinas de plata de la imagen, formando un todo con dicha pieza, tal como antiguamente se encontraban.
 

Desde la Cuaresma de 2011 Encinasola vuelve a ver a su devoto Cristo como lo recordaban los mayores y como merece el Señor.

Por otra parte, es intención de la actual Junta de Gobierno, electa en Cabildo General de Hermanos de 26 de marzo de 2011, reponer así mismo otras piezas perdidas, como los antiguos clavos con cabeza en forma de azucena o las cantoneras de la cruz, todo ello respetando en todo lo posible el diseño y materiales de los originales.

Manuel Sánchez López
Fotografías: Antonio Macías Díaz, 2011

La Invención de la Santa Cruz

En la fecha del 3 de mayo la Iglesia conmemora la festividad del hallazgo de la Santa Cruz por Elena, esposa de un oficial romano llamado Constancio Cloro y que llegarían a ser progenitores del Emperador romano Constantino.

Este último derrotó a Marcus Aurelius Valerius Maxentius, hijo de Maximiano Hercúleo, emperador de Occidente entre los años 306-312 d.C. en la batalla del Pons Milvius de Roma, el 28 de octubre de 312 d.C. en la que el Crismón, una cruz con una leyenda que anunciaba “In Hoc Signo Vinces” (con este signo vencerás), se convirtió en el arma más poderosa en el combate.

Batalla de Pons Milvius, autor: Rafael

Años después, Elena decidió peregrinar a Tierra Santa tras haber tenido una revelación celestial. Movida por un presentimiento llegó a Jerusalén, donde una antigua tradición que corría de boca en boca decía que no habiendo tenido los discípulos de Cristo ni el valor ni los medios para llevarse con ellos el leño de la Santa Cruz, ésta había sido enterrada. Desde el momento en que santa Elena conoció la leyenda sintió el impulso de encontrar ella misma la Santa Cruz. Se inició la labor de búsqueda. Recurrió a la oración, consultó a los cristianos, hizo venir a sabios judíos, y todos convinieron unánimemente en que la cruz se hallaba en el mismo lugar en que Jesucristo había sido crucificado. Empleó a la legión romana para hacer las excavaciones y, después de haber cavado profundamente, descubrió el Santo Sepulcro, junto al cual se hallaban tres cruces. La alegría que tuvo al efectuar el hallazgo se empañó por la imposibilidad de distinguir cuál era la Cruz de Cristo. Ante la dificultad que se planteó recurrió a la sabiduría de San Macario, obispo de Jerusalén, quien propuso llevar las tres cruces a casa de una mujer enferma de gravedad. Todo el pueblo acompañó la prueba con oraciones, y el obispo hizo que la mujer tocase cada una de las cruces; las dos primeras no produjeron ningún efecto, pero cuando la enferma tocó la tercera quedó curada de su enfermedad. Todo esto hace que se considere a santa Elena una de las primeras arqueólogas reconocidas por la historia.

A su paso por Tierra Santa se debe la construcción de las primitivas basílicas de la Natividad, en Belén, y de la Ascensión, en el Monte de los Olivos. En cuanto al Gólgota, cuando Elena llegó a Jerusalén acababan de ser demolidos los templos paganos, de modo que la Emperatriz pudo cumplir su sueño de arrodillarse en la tierra sobre la que Nuestro Salvador había sido levantado en la Cruz y de rezar en la roca del Santo Sepulcro. Sin embargo, allí mismo reparó en que no se había hallado todavía la más importante de las reliquias. San Ambrosio nos la describe con gran viveza, caminando entre las ruinas de los templos romanos acompañada de soldados y obreros.

Y preguntándose: He aquí el lugar de la batalla: ¿pero dónde está el trofeo de la victoria? ¿Yo estoy en un trono y la cruz del Señor enterrada en el polvo? ¿Yo estoy rodeada de oro y el triunfo de Cristo entre las ruinas? (…). Veo que has hecho todo lo posible, diablo, para que fuese sepultada la espada que te ha reducido a la nada. Las nuevas excavaciones que la Emperatriz mandó hacer tuvieron fruto cuando, al remover un terreno cercano al Gólgota, se encontraron tres cruces, y la tabla sobre la que se había escrito en hebreo, griego y latín: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Así se produjo la invención -el descubrimiento: inventio en latín significa venir hasta algo, encontrar- de la Santa Cruz del Señor, que había permanecido oculta durante tres siglos. La Santa Emperatriz dejó la mayor parte de las reliquias en Jerusalén, pero llevó consigo a Roma tres fragmentos de la Vera Crux -de la cruz del Señor-, el título de la condena, uno de los clavos y algunas espinas de la corona que sus verdugos impusieron a Jesús. También hizo trasladar una gran cantidad de tierra del Gólgota y las gradas de piedra de la escalera que el Señor recorrió cuatro veces el día de su pasión, para comparecer ante Pilatos en el Pretorio.

Existen numerosos documentos de los siglos IV y V que describen cómo a partir de la visita de Santa Elena los cristianos veneraban las reliquias de la Pasión que habían quedado en Jesuralén. Así lo atestiguan Eusebio, Rufino, Teodoreto y San Cirilo de Jerusalén. Egeria, una mujer que peregrinó a los Santos Lugares en el siglo IV, habla de multitudes de fieles que ya por entonces acudían de todo el Oriente cristiano para tomar parte en las solemnidades en honor de la Cruz. Otro historiador, Sócrates el Escolástico, recogió a mediados del siglo V una piadosa tradición según la cual, durante la travesía marítima que realizó la emperatriz para volver a Roma desde Jerusalén, habría sobrevenido una fuerte tempestad. La nave se debatía entre las olas a punto de naufragar, hasta que Santa Elena -después de atarlo con una cuerda para echarlo por la borda- hizo que tocara las aguas el Santo Clavo que llevaba consigo, y el mar se calmó al instante. Ese Clavo, los tres fragmentos de la Cruz y el INRI fueron piadosamente custodiados por Santa Elena en su residencia imperial: el palacio Sessoriano. Al cabo de algunos años, posiblemente después de la muerte de su madre, Constantino quiso que se construyera allí una basílica que tomó el nombre del palacio, Basílica Sessoriana, aunque también era llamada Sancta Hierusalem.

Fachada principal de la Basílica Sessoriana (Roma)

Como cimiento simbólico de esta construcción se puso la tierra del Gólgota que la Emperatriz había traído desde Palestina, y los preciosos fragmentos de la Santa Cruz se ofrecían a la vista de los fieles en un relicario de oro adornado con gemas. De la primitiva basílica constantiniana sólo se conservan algunos restos pertenecientes a los muros exteriores. A esa edificación siguió otra del siglo XII, a su vez sustituida por el templo de estilo barroco tardío, terminado en 1744, que puede contemplarse actualmente. A pesar de estos cambios arquitectónicos y de otras vicisitudes históricas, como las invasiones padecidas por Roma, toda una colección de documentos atestigua que las reliquias que se veneran en esta basílica son las mismas que trajo Santa Elena desde Tierra Santa. Es del todo natural que este lugar se convirtiese enseguida en meta de la piedad del pueblo cristiano. Muy pronto se empezó a celebrar allí la liturgia del Viernes Santo. Hasta el siglo XIV, el Papa en persona, con los pies descalzos, encabezaba la procesión que iba desde la Basílica del Laterano hasta la Basílica de la Santa Cruz, para adorar el vexillum crucis, la bandera de la Cruz, el estandarte de la salvación.

Galería de imágenes

Relicario del Lignum Crucis. Basílica Sessoriana (Roma)
Dos espinas de la Santa Corona. Basílica Sessoriana (Roma)
Fragmento del Titulus (INRI). Basílica Sessoriana (Roma)
Interior Basílica Sessoriana
Interior Basílica Sessoriana

 

El Santísimo Cristo de la Vera Cruz de la Hermandad de la Cofradía del Santo Entierro de Fuentesaúco (Zamora)

Es una talla de Cristo muerto con articulación en los hombros para poder exponerlo crucificado o en posición yacente, en el interior de su urna barroca. No existen datos sobre su origen y autoría, se sabe que en 1734 la imagen recibía culto en la iglesia de las Angustias en un altar lateral al que se había trasladado desde el retablo mayor, modificado para contar con un camarín para la Virgen de los Dolores. Podría haber sido trasladado a dicha iglesia a principios del siglo XVIII cuando se estrenó el retablo, con doble hornacina. En 1806 las imágenes de la Vera Cruz se trasladan a la ermita de Santa Clara o de los Dolores donde sigue recibiendo culto.

Fotografía: Alberto Soto García

El Cristo de la Vera Cruz desfila en una urna de corte barroco, siguiendo las líneas del sepulcro de la Vera Cruz de Salamanca, con una curiosa recreación de un cementerio en la parte superior. La carroza del siglo XIX fue adaptada para ser llevada a ruedas en 1912.

La cofradía del Santo Entierro se organiza en 1999 tomando el testigo de la cofradía de la Vera Cruz (siglo XVI) desaparecida en 1972 pero cuyo papel en la Semana Santa había sido asumido por los devotos de sus imágenes titulares: el Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad. La cofradía del Santo Sepulcro desfila con su imagen titular en la mañana del Viernes Santo en la procesión del Traslado hasta la iglesia de San Juan Bautista y por la tarde forman parte de la procesión general del Santo Entierro que recorre las principales calles del pueblo. Hasta su prohibición en 1829 la cofradía de la Vera Cruz celebraba la ceremonia del Descendimiento en la mañana del Viernes Santo, prohibiéndose ante la falta de decoro por parte del público que contemplaba la escenificación en el presbiterio de Santa María del Castillo.

El Sábado Santo se organiza el acto de veneración al Cristo de la Vera Cruz, un culto de larga tradición, muy vinculado a los niños del pueblo que acudían a venerar al Santo Sepulcro siendo alzados por los hermanos de la Cruz hasta el interior de la urna situada sobre el paso. Los cofrades del Santo Entierro visten túnica de sarga en color crudo con puñetas y abotonaduras en las mangas ceñida con cíngulo y decenario, caperuz de raso negro con remate en cordón blanco y el escudo de la cofradía, portan además una vara de madera rematada en una cruz.

Artículo escrito por Javier Prieto Prieto
Fotografía: Alberto Soto García

Juan Gómez de Figueroa y los mecenas de Vera+Cruz en el siglo XVIII. Los dueños de la compañía española de Pardo y Freire y Vera Cruz

Era Cádiz en el siglo XVIII un auténtico emporio, el dinero era abundante y corría y se podían realizar sólidos negocios de extensión. En el mundo comienzan a producirse o están a punto de suceder grandes e importantes cambios (independencia de los Estados Unidos, revolución francesa…).

En 1775 la ciudad alcanza la cifra de 68.000 habitantes, una ciudad cuyo aspecto podemos contemplar fidedignamente en la maqueta existente en el Museo Histórico gaditano, verdadera joya de la historia local, que nos muestra el puerto al que fluían las fragatas y bajeles, así como muchas piezas de la ciudad hoy tristemente desaparecidas (la plaza de toros del Campo del Sur, el Castillo de la Villa, el Convento de Capuchinos…).

Y es en ese Cádiz comercial y dieciochesco, en ese marco de auténtico esplendor económico, en el que se van a desarrollar los acontecimientos que propiciarán que la cofradía de la Vera Cruz adquiera el esplendor y el carisma con que hoy se la conoce.

En el segundo cuarto deL siglo XVIII, llega a Cádiz procedente de Pontevedra una persona que tendrá una importancia relevante en la historia de la cofradía, se trata de don Juan de Dios Gómez de Figueroa y Alfonsín. En 1742, sin caudal conocido comienza a trabajar como escribiente en la Compañía Española de Pardo y Freire, sin ajuste de salario, que dirigía por poderes en aquél momento el presbítero Domingo Beyra y Pardo, al encontrarse su propietario Domingo Freire y Andrade en Cartagena de Indias. (1) A instancias de sus jefes realiza una expedición a Honduras con la fragata San Rosendo, lo que le proporciona la cantidad de 16.000 pesos, muy importante para la época. A partir de ese momento sus expectativas cambian por completo.(2)

En 1756 casa con doña Josefa Gil Cavallero que entra como hermana de la cofradía en fecha 4 de marzo de 1768(3), más tarde sería camarera de la Virgen y luego en 10 de abril de 1782, sería reelegida camarera.(4)

A la muerte de don Domingo Freire, queda como dueño de la citada Compañía en común con el hermano de éste don Alonso Antonio Freire y Andrade(5). Su vida cambia, sus perspectivas económicas aumentan. Entra en contacto con Antonio Pardo Sánchez de Taibo, marqués de Carballo, probable descendiente de Antonio Pardo, caballero de la orden de Santiago a cuya muerte Domingo Freire se hace cargo de la citada compañía, este hombre será durante muchos años prioste de la cofradía.

Ya en 1764, sabemos que como tesorero es encargado, junto al ya citado Marqués de Carballo y a don Antonio Sopranis y Laredo , de realizar un inventario de los bienes de la cofradía, que figura reflejado en el libro de cavildos a petición del propio Juan Gómez de Figueroa, así como para redactar sus constituciones “porque no se encuentran las que evidentemente constaba habían tenido desde su antiquísima fundación”.(6)

Su pertenencia a la cofradía es anterior sin duda y probablemente se deba a su mentor el presbítero don Domingo Beyra. (7)

Ya para esa fecha se ha convertido en mecenas de la cofradía,  y conjuntamente con don Alonso Freire y don Antonio Pardo Sánchez de Taibo ha costeado:

a) El retablo mayor de la capilla de la cofradía.
b) El retablo de la Soledad.
c) Nicho para la cruz grande de plata del Santísimo Sudario.
d) La composición y retoques del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. (8)

Finalizado el encargo, las nuevas reglas son aprobadas por la cofradía y firmadas por los siguientes hermanos: (9)

  • Antonio Pardo Sánchez de Taibo (Marqués de Carballo).
  • Juan Gómez de Figueroa.
  • Antonio Sopranis y Laredo.
  • Jerónimo Ravaschiero y Fiesco.
  • Juan Sopranis y Laredo.
  • José del Duque.
  • Jerónimo Arizcum.
  • Domingo de Veyra y Pardo.
  • Juan Vidal y Tejero.

Esto sucedía el 1 de Febrero de 1767. Justo un mes después, es decir el 1 de Marzo, el entonces obispo de Cádiz, Fray Tomás del Valle, les da su aprobación. Desde entonces la cofradía deja de ser hermandad de sangre. (10)

Nuevas Constituciones de 1766

De la precedente relación de hermanos se desprende la vinculación de la cofradía con el floreciente comercio de Indias y con cierta aristocracia de la ciudad, así realizando un somero estudio de éstos, encontramos a:

  • Antonio Pardo Sánchez de Taibo, marqués de Carballo, residente en el aristocrático barrio de las Angustias, de su poder económico nos da idea el conocer que disponía de 11 criados a los que pagaba 789 pesos, el marqués tiene una edad cercana a los 40 años en la época que nos ocupa. (11)
  • Juan Gómez de Figueroa que frisaba los 40 años y que conjuntamente con Alonso Freire, de aproximadamente 60(12), gobierna la “Compañía Española de Pardo y Freire”, los dos son gallegos, tienen en propiedad varias fincas y administran otras, conjuntamente poseen la de la compañía en la que tienen 5 dependientes, 5 criados y 1 cochero. Su sede está en el barrio de las Angustias, en el mismo lugar de su residencia habitual(13), desde donde sería fácil contemplar la entrada y salida de sus buques. En esta zona no vivían personas de clases populares y era la preferida por los comerciantes mayoristas, estaba situada próxima a la Aduana y al muelle.
  • Jerónimo Ravaschiero y Fiesco, en 1771 es decano de los regidores y figura en dicha fecha dirigiendo un documento al gobernador sobre los inconvenientes que el estableciemiento de la Unica tendría sobre Cádiz, vive en el barrio de la Candelaria, en las Descalzas, una zona ocupada por grandes hombres de comercio y con numerosos extraneros. (14)
  • José del Duque, del comercio en la carrera de Indias, según consta en el censo de 1773. (15)
  • Jerónimo Arizcum, también del comercio de Indias y figurante en el censo antes citado. (16)
  • Domingo de Veyra y Pardo, presbítero, profesa un especial cariño a don Juan Gómez de Figueroa y al que éste dice deber toda su crianza e instrucción, hasta 1756 gobierna la citada compañía de Pardo y Freire, su fallecimiento tiene lugar en 1756, el mismo año de la aprobación de las reglas. (17)
  • Juan Vidal y Tejero, tesorero escribano mayor de cabildo de la ciudad y secretario de la Cofradía. (18)
  • Antonio y Juan Sopranis y Laredo, pertenecientes a la aristocracia de la ciudad.

Por estas fechas o próximo a ellas, Gómez de Figueroa habría sufrido dos duros golpes: la pérdida de dos de sus hijos, el primero según el declara, sin recibir las aguas del bautismo y el segundo, don Casimiro Gómez de Figueroa a los seis años y medio de edad “fue enterrado en la bóveda de los caballeros hermanos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz”. (19) Tiene además dos hijas Manuela y María Remedios.

Analizando los cabildos que llevan desde el año 1764 al 1773, se nos presenta un panorama de la cofradía en el que se observan denodados esfuerzos por su organización, dado el abandono de la misma ya que:

1º.- Se realiza un inventario completo de los bienes y se solicita quede copia de  los mismos en el libro de cabildos, este recuento magníficamente llevado a cabo por don Juan Gómez de Figueroa, es crucial para conocer diversos aspectos de la cofradía. (20)

2º.- Se encargan sendos retablos y se intenta remozar la imagen del antiguo Cristo. El encargo de los retablos variará por completo la imagen de la capilla de la cofradía y es un legado que hoy podemos contemplar “casi completo”, siendo testimonio de ésta época de esplendor.

La descripción que se hace de los mismos en el citado inventario es la siguiente: ”el retablo mayor de la capilla todo nuevo a la moderna; dorado y porcelana, muy primoroso donde está colocada la imagen del Señor Crucificado en su nicho dorado y carmín de realce, con las dos imágenes de San Juan y la Magdalena a los dos lados de la del Señor y en el cuerpo alto del retablo la del apóstol y patrón de nuestra España, el Señor Santiago a caballo de cuerpo entero en acción de combate, el cual han costeado los señores hermanos marqués de Carballo actual prioste de la cofradía, don Alonso Antonio Freire y don Juan Gómez de Figueroa.

Otro retablo nuevo dorado y porcelana donde está colocada la imagen de Nuestra Señora de la Soledad que en la misma conformidad han costeado dichos señores.

Item un nuevo nicho dorado que hace frente al referido retablo de la Soledad donde está colocada la cruz grande de plata del Santísimo Sudario, que también costearon dichos señores”. (21)

El aspecto que ofrecería en la época podría ser similar a la primera
fotografía conocida de la capilla de la Hermandad

La fotografía precedente es una práctica copia de la descripción y nos muestra el retablo de Nuestra Señora de la Soledad en su emplazamiento primitivo, enfrente del actual.

Como vemos las tres personas que ejercen el mecenazgo de la cofradía a través de los últimos años, son gallegos y la cofradía mantiene relación con caballeros de la orden de Santiago, probablemente esto incide en que la imagen del Apóstol Santiago presida el retablo.

Unos años después Antonio Ponz, el viajero que tan feroz crítica realizó al Cádiz barroco, en su obra “Viage de España”, indica “Dexemos la iglesia de San Francisco por no repetir lo mismo que acabo de contarle a V. de Santo Domingo. Todos los retablos son malos y los más modernos peores.” (22)

3º Se intenta el cobro de rentas de fincas que se sabe eran realizados por la cofradía con anterioridad (se cita el año de 1703, por lo que la falta de celo de anteriores juntas es patente), e incluso según se refleja en el acta del cabildo de 26 de Febrero de 1771: “Otros tributos que cobraba antiguamente, con algunas posesiones, tiene verificado el actual tesorero que los unos se han perdido y obscurecido por descuido de nuestros hermanos antiguos y las posesiones se hallan enagenadas en otros poseedores sin la mayor formalidad”.

4º Se desconoce el paradero de las antiguas reglas de la hermandad y se hace necesario redactar unas nuevas, como hemos visto con anterioridad.

5º Preciados documentos se han perdido indicando el tesorero don Juan Gómez de Figueroa en dicho cabildo de 26 de Febrero de 1771 la falta que hacen: “los que considera extraviados en poder de los sucesores de los caballeros hermanos que han sido priostes de esta ilustre cofradía”.

6º Se habla de componer la imagen del Cristo por estar inhabilitada para su procesión. (23)

7º El cabildo general acuerda que se verifique la salida el Jueves Santo como se hacía antiguamente.

8º Se indica que un hermano costeará una nueva imagen y efectivamente la costea y la presenta a Cabildo en 1.773, se trata de D. Juan Gómez de Figueroa, que así mismo paga las caídas verdes del paso. (24)

Hay constantes ejemplos de querer una vuelta a lo antiguo como se observa al estudiar detenidamente varias actas de la cofradía.

Como vemos además de haber colaborado con el marqués de Carballo y con don Alonso Antonio Freire en diversas donaciones, adquiere a su propia costa la imagen del Cristo y las caídas verdes de dicho paso.

Participa pues en todos los asuntos de la cofradía, en la elaboración de las nuevas reglas, se muestra intercesor e intenta rescatar los tributos antiguos, realiza el inventario, adquiere de común acuerdo con su socio en la Compañía Española de Pardo y Freire, don Alonso Antonio Freire y con el marqués de Carballo los dos retablos y el nicho de la cruz, participa de igual modo en la compostura de la imagen del antiguo Cristo y luego en solitario adquiere el Cristo que actualmente procesiona en la noche del lunes santo, las caídas verdes del paso y siempre que encuentra un problema, allí está él para solucionarlo.

En 1782, se celebra una Junta de gobierno el 6 de marzo, y como faltaban aún 350 pesos para pagar la hechura del reservatorio de plata que se había encargado el ofrece prestarlos sin premio alguno. (25)

Su última presencia en un acta del libro de cabildos de 1768 tiene lugar el 5 de mayo de 1785, fecha en la que se decide cambiar la nueva imagen por la antigua y en el que nuevamente es elegido tesorero.

A lo largo de este tiempo son varios los comerciantes en la carrera de Indias que pasan a engrosar las filas de cofradía siendo frecuente encontrarlos en las Juntas de Gobierno, así sucede con las personas antes citadas, como Sebastián Pinto, Juan Jacinto Palomo

En el libro de cabildos no volverá a figurar una nueva acta hasta el año 1788 y ésta será para nombrar como tesorero interino a Don Miguel Vadillo, ello sucederá el 9 de Agosto de 1788, unos meses después de la muerte de don Juan Gómez de Figueroa.

Existen dos disposiciones testamentarias de don Juan Gómez de Figueroa, la última de ellas en 1887, un año antes de su muerte, en ellas se confiesa “con varias ocupaciones de gravedad y algunas indisposiciones, con estos motivos que no me permiten disponer en la actualidad con la claridad madurez y reflexión que se requiere las cosas concernientes a mi última voluntad.” (26)

Don Juan Gómez de Figueroa, fallece en Cádiz el día 30 de Mayo de 1788 a las once y media de la noche y dispuso que ”verificado mi fallecimiento, mi cadáver amortajado con Avito de nuestro Seráfico Padre San Francisco, sea enterrado en la Bóveda que tengo y poseo por mía propia en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, sita en el cuerpo de la Iglesia de su convento delante del altar de dicha Nuestra Señora, en la qual están enterrados algunos de mi familia. Y el mío quiero que se efectúe y haga en el modo, forma y con el acompañamiento, que dispongan dichos mis apoderados y Albaceas, por dejarlo a su arbitrio, como también el número de misas que por mi Alma e intención se hayan de celebrar, su limosna y la que se hubiere de contribuir a las mandas pías forzosas de este obispado y todo lo demás con respecto a mi funeral y exequias que se pagará de mis bienes.” (27)

Hoy yace bajo una lápida que lleva inscrito un versículo del libro de Job y todos los años sobre ella se lleva a cabo el montaje del paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad.

Notas Bibliográficas

(1) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295] “entré en el escritorio de la Casa Española que se titulaba entonces en este comercio Pardo y Freire, sin ajuste de sueldo, la cual gobernava don Domingo de Beyra y Pardo Presvítero, en virtud de poder de Don Domingo Freire, ausente en Cartagena de Indias, único socio de la expresada compañía, en la cual estuve asistiendo hasta el precitado año de mil setecientos cincuenta y seis que falleció dicho Don Domingo Freire en dicha referida ciudad, el día primero de Julio del propio año, y en calidad este de poseedor del mayorazgo que fundó en la misma don Antonio Pardo, Caballero del orden de Santiago que también lo fue de la citada compañía, dejándome nombrado en ella en igual grado con don Alonso Antonio Freire, su hermano que actualmente vive, y al propio tiempo por albaceas, apoderados y administradores generales de su antigua casa y compañía con varias facultades según resulta del manuscrito que otorgó en esta dicha ciudad el día diez y nueve de Junio del citado año de mil setecientos cincuenta y seis ante don José Vahamonde, escribano público que fue en su número”.
(2) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295] “cuando verifiqué matrimonio con la dicha doña María Josefa Gil caballero, mi legítima consorte no tenía caudal conocido aunque si expectativa de tenerlo por las afirmaciones que en varias dependencias me habían hecho los Señores de mi Compañía, especialmente en la expedición de la Fragata San Rosendo para Honduras, en cuia comisión me interesaron y me produjo como diez y seis mil pesos”.
(3)“Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 24 de marzo de 1768 transcrita en Veracruzdigital.com artículo “ 24 de Marzo de 1768, un episodio poco conocido: la admisión de un nutrido grupo de mujeres en la cofradía de la Veracruz”
(4)“Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 10 de Abril de 1782.
(5) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295], ver nota agregada a la nota (1).
(6) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 26 de Febrero de 1771.En ella se reproduce inventario de bienes que se presentó en cabildo de 1764, a petición de don Juan Gómez de Figueroa, tesorero de la cofradía.
(7) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295] “falleció en fin del año pasado de mil setecientos sesenta y seis en esta referida ciudad el pernotado don Domingo de Beyra y Pardo a quién hablando con la que me corresponde he debido toda mi crianza e instrucción y un cariño particular que me profesó, hasta el último momento de su vida,, dejándome por su fideicomisario y encargado de toda sus confianzas y disposiciones que declaro tengo cumplidas, según los comunicados que me hizo”.
(8) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 26 de Febrero de 1771
(9) Nuevas Constituciones, Sagradas Ordenanzas y Santos Estatutos que para su mejor régimen y reglado gobierno dispone y acuerda en el presente año de 1766 la muy ilustre, antigua y venerable cofradía de la Santa Vera Cruz. Imprenta Real de Marina de don Manuel Espinosa de los Monteros. Cofradía de la Vera Cruz. Cádiz.
(10) “Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable cofradía de la Vera-Cruz, sita en su capilla propia en la iglesia del convento de Ntra. Sra. De los Remedios de los RR.PP. franciscanos, casa grande de ésta ciudad de Cádiz”, Alvaro Picardo y Gómez. Pg. 16.
(11) Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del S. XVIII (1713-1775). Manuel Bustos Rodríguez. Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1994.Pag 243.
(12) Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del S. XVIII (1713-1775). Manuel Bustos Rodríguez. Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1994.Pag 244.
(13) Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del S. XVIII (1713-1775). Manuel Bustos Rodríguez.. Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1994.Pag 189.
(14) Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del S. XVIII (1713-1775). Manuel Bustos Rodríguez.. Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1994.Pag 40.
(15) y (16) Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del S. XVIII (1713-1775). Manuel Bustos Rodríguez.. Publicaciones de la Universidad de Cádiz. 1994.Pag 338.
(17) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295], ver nota indicada en (7).
(18) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Numerosas actas.
(19) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295] “en el mes de Mayo del año de mil setecientos cincuenta y seis contraje legítimo matrimonio en esta referida ciudad según ordena y demanda la Santa Madre Iglesia con la mencionada doña María Josefa Gil Caballero con dispensa y amonestaciones dada por el Ilustrísimo Señor Obispo que entonces hera de esta dicha ciudad. Y durante él he tenido y procreado por mis hijos legítimos y de la supradicha quatro, de los cuales el primero falleció antes de resivir las sagradas aguas del Bauptismo: a don Casimiro Gómez de Figueroa que murió a los seis años y medio de edad y fue enterrado en la Bóveda de los Caballeros hermanos del Santísimo Cristo de la Veracruz, sita en el propio convento de Nuestro Padre San Francisco de esta dicha ciudad, de la que soy hermano con el encargo de tesorero de ella; y a doña Manuela y doña María Remedios Gómez de Figueroa, de estado doncellas, que en la actualidad viven y asisten en mi compañía”.
(20) y (21) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto delaVeracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 26 de Febrero de 1771.
(22) Viage de España. Antonio Ponz. Tomo XVII.
(23) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 26 de Febrero de 1771.
(24) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 12 de Marzo de 1773.
(25) “Libro de los cavildos generales y particulares de la muy ilustre cofradía del santísimo chrispto dela Veracruz desde 27 de febrero de 1768”.Biblioteca Provincial de Cádiz. Acta de 6 de Marzo de 1782.
(26) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295]
(27) Disposiciones testamentarias de D. Juan de Dios Gómez de Figueroa. Archivo Histórico Provincial de Cádiz [Protocolo – Cádiz. Sig.5118 Fo. 292-295]

Alfredo García Portillo

Un Bracero-costalero en Brenes

No eran aquellas fechas de Semana Santa castellana, ni el “tararú” había entonado los tres toques de llamada para la convocatoria de los hermanos penitentes. No se disponía a aferrarse al paso de la Santa Vera Cruz ni al de Jesús Nazareno, ni siquiera al de su Señora del Dolor, Titulares de su Cofradía palentina.

El sol de Andalucía le infligía con su calor la penitencia por aquellas veces que hubiera visto frustrada alguna que otra Salida Procesional a causa de la lluvia y, a la vez, le iluminaba de sensaciones cada momento que el reloj desgranaba a la espera de la llamada del capataz.

El lugar y el instante preciso llegó y el mundo desapareció…

Se ajustó el costal sobre su cuello y esbozó una sonrisa cómplice, consciente de la plenitud del acontecimiento que vivía en su fuero interno. Un relevo de cuadrilla; salieron los “bajitos” y entraron “los altos”. “En la siguiente chicotá entro”, me susurró al oído. Instantes antes de entrar miró a su Cristo de la Vera Cruz, el andaluz, el sevillano, el “brenero”. Alrededor, la muchedumbre extasiaba en un sin fin de loas y plegarias sentidas hacia aquel Cristo muerto en el leño verde que no hacían desaparecer en él un rictus de concentración sostenida y que reflejaba la expectación que, de manera serena y firme, emanaba de su interior.

Tras recibir la orden del capataz dispuso a adentrarse en el universo de la trabajadera del paso que, por unos momentos, fue para él altar improvisado de sacrificio y sufrimiento. Tomó su cruz y le siguió, con ritmo acompasado, digno de las mejores cuadrillas de costaleros de Andalucía. Por su mente, reviviría durante aquellas chicotás años de vivencias como bracero en su sobria Vera Cruz palentina, a la par que experimentaría un crisol de sensaciones enfrentadas al inyectar en su sangre y su espíritu tan altas dosis de la idiosincrasia barroca andaluza.

Y su pequeño hijo Manuel fue testigo de tan alto honor. Al salir del paso saltó a sus brazos que le levantaron hacia el cielo al igual que había hecho su padre con Cristo aquella mañana.

Ambos recorrieron unidos los últimos tramos con fervor inusitado y contagiado por el gentío convocado en aquella plaza, una plaza aderezada de sol, de soberbias composiciones musicales, de aromas, de vítores y del estruendo de la pólvora que nos cautivaron ante la devoción a la Santa y Vera Cruz.

Javier Quiñones García
www.lignumcrucis.es

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