
El culto es la primera vocación de nuestras Hermandades. Nacieron para volcar la plegaria esperanzada a los pies de los Sagrados Titulares. Y en el día más esperado, para lanzar un testimonio de Fe en medio de la ciudad. Una religión itinerante envuelta en el anonimato de la túnica. Un rito secular, pasado de padres a hijos, este de vestir el hábito de la Hermandad.
Para el cofrade la túnica es una posesión sacrosanta, una envoltura para acercarse a la Cruz. Un lugar para esconderse del mundo y atarse sólo al aliento de la Cruz. Túnica también para entender las lágrimas de María. Sólo yo, pensando en Dios. Bendito sueño el de sacar cada año la túnica para volverla a vestir. Para sentir el orgullo de ser uno más, entre iguales, en la perfecta construcción de la procesión.
El nazareno con su cirio, con su silencioso caminar, al abrigo de la túnica, escribe cada año una página inefable. Ahí va la Fe de ruán, leyenda cargada de siglos: el silencio atronador de Dios atravesando la ciudad.
Miguel A. Morgado Conde,
ex-Hermano Mayor Vera+Cruz de Cádiz